Liz Truss ha ganado la carrera por la sucesión de Boris Johnson y será investida el martes como la nueva primera ministra tras despachar con la reina Isabel II en su retiro escocés de Balmoral. La hasta ahora secretaria de Exteriores se ha impuesto al ex secretario del Tesoro Rishi Sunak con más de 81.000 votos frente a los 60.000 de su rival, en una votación restringida a los militantes conservadores (que apenas suponen el 0,4% del electorado).
"He ganado la campaña como conservadora y gobernaré como conservadora", ha anticipado Liz Truss en un breve discurso tras el anuncio de su victoria. "Gracias a mis amigos y colegas por depositar a fe en mí para dirigir nuestro gran Partido Conservador, el mayor partido político sobre la Tierra".
En un tono asertivo, sin concesión a las emociones, Truss ha prometido ser fiel a los principios conservadores -"libertad, bajos impuestos, responsabilidad personal"- y ha rendido un personalísimo homenaje a su predecesor, en una señal implícita de continuidad: "Boris, tú conseguiste culminar el Brexit. Acabaste con Jeremy Corbyn y desplegaste las vacunas. Plantaste cara a Vladimir Putin... Eres admirado de Kiev a Carlisle".
Truss, de 47 años, será la cuarta inquilina de Downing Street en seis años y la tercera mujer que accede al puesto, siguiendo los pasos de Margaret Thatcher y Theresa May. La nueva líder accede al poder en un momento crítico para el país, con los nubarrones económicos, el nuevo desafío independentista en Escocia y la amenaza de una guerra comercial con la UE por cuenta del Protocolo de Irlanda.
Su primera medida será, previsiblemente, el anuncio de un paquete de medidas de hasta 100.000 millones de libras (117.000 millones de euros) para ayudar a los británicos a capear la crisis energética este otoño-invierno, incluida la posible congelación de las tarifas de la luz y del gas.
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Truss ha anunciado también su intención de "recortar los impuestos desde el primer día en Downing Street", con una marcha atrás del aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social y la suspensión de la subida prevista para el impuesto de sociedades. Su plan de recortes fiscales ha sido criticado como "poco realista" por expertos económicos y por varios diputados conservadores, que han bautizado sus propuestas como las "Trussonomics".
Durante la carrera por la sucesión de Boris Johnson, su rival Rishi Sunak ha cuestionado abiertamente su plan económico advirtiendo que puede disparar aún más la inflación y propiciar una subida histórica de los tipos de interés. Truss ha desafiado, sin embargo, abiertamente la "ortodoxia" del ex secretario del Tesoro y ha decidido aumentar su credibilidad como gestora con el nombramiento de un consejo asesor económico.
El 80% de los británicos opina que el Gobierno de Boris Johnson no hizo lo suficiente para plantar cara a la "crisis del coste de la vida" y el 65% asegura que la economía se encuentra "en el peor momento de su vida", con más de la mitad reconociendo que tendrá problemas para pagar este invierno la factura de la luz y del gas.
Antes de ceder el testigo, Boris Johnson dará un último discurso el martes por la mañana a las puertas de Downing Street para respaldar a su sucesora y hacer una llamada a la unidad en su partido. El 'premier' anunció su dimisión como líder conservador a primeros de julio, forzado por la sucesión de escándalos: del 'Partygate' al 'Pinchergate' (la designación de Chris Pincher como número dos del grupo parlamentario pese a las dudas sobre su comportamiento sexual).
Johnson ha resistido, no obstante, a las presiones para dejar Downing Street y ha prolongado su estancia hasta la elección de la nueva líder. El 'premier' ha estado, sin embargo, ausente durante gran parte de agosto y se ha ido de vacaciones a Eslovenia y Grecia, aunque reapareció con una visita sorpresa a Kiev a modo de despedida.
Los casi dos meses de Gobierno "zombie", en medio del llamado "verano del descontento", han sido duramente criticados por los británicos, que se preguntan a estas alturas si no se podría haber agilizado el proceso. Pese a haber quedado segunda en la votación entre los parlamentarios 'tories' (113 votos, frente a los 135 de Sunak), Truss ha figurado de entrada como la gran favorita entre los militantes.
Mientras Sunak ha planteado una campaña diseñada más bien para unas elecciones generales, Truss ha dado un giro calculado hacia a la derecha, reafirmando su fe en "las oportunidades del Brexit" (pese a haber hecho campaña en contra en el 2016) y logrando el apoyo del ala dura del partido.
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Su otro gran reto será, precisamente, lograr una cierta unidad, después de la grandes divisiones causada por la dimisión de Johnson y los duros intercambios entre los candidatos durante la campaña. Desde hace dos semanas, Truss ha estado trabajando en la residencia oficial del Foreign Office, en Chevening, para dar forma a su gabinete, cuajado de ministros "leales" a Johnson, con posibles incorporaciones de última hora entre los críticos, a modo de rama de olivo tendida a los parlamentarios 'tories' que cuestionaron sus credenciales como líder.
Su primera prueba de fuego en el Parlamento será el mismo miércoles, cuando tendrá que enfrentarse por primera vez al líder de la oposición laborista Keir Starmer, que aspira a sacar todo el partido posible de las fisuras que no cesan en los 'tories'.
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