Entrando en la carrera preelectoral de marzo del siguiente año para elegir gobernadores y alcaldes, dos dilemas grandes e importantes asoman al bloque antimasista, no desde hace poco, sino desde hace bastante tiempo. El primero es el factor del desconocimiento de la sociedad que se quiere representar, el segundo la falta de estrategia política.
En el primer dilema, desconocer la sociedad que se quiere representar, el antimasismo sigue repitiendo en escala de menor a mayor eco los siguientes mensajes: hubo fraude el 18 de octubre pasado, al MAS se le debió prohibir participar en las elecciones, es Evo el que gobierna, el problema de Bolivia sigue siendo un asunto de orden legal y político, gastar tiempo y energías en hablar del fraude o del golpe.
No existe aún pista alguna de que se quiera conectar con las preocupaciones más inmediatas de la población, más aún tratándose de una elección en la que el factor territorial es el que importa, hasta ahora ni Comunidad Ciudada que piensa que introduciendo recursos al Tribunal Constitucional es sinónimo de conectar, ni Creemos que sigue sin definirse entrar a competir del todo en el sistema de partidos o seguir desde la trinchera de la calle; ninguno de ellos puede salir de su personal tránsito poselectoral que vivimos.
En el segundo dilema, la falta de estrategia política, los resultados del pasado 18 de octubre contrarios al bloque antimasista siguen sin ser procesados plenamente por ellos porque pareciera que continúan en proceso de negación sin poder asumir autocríticamente sus propios errores, resistiéndose a hacerse cargo de los mismos. Y este momento les llegó repentínamente con la convocatoria a elecciones subnacionales del siguiente año para las que no estaban preparados y que sin poder solucionar su primer momento de crisis poselección nacional difícilmente encararán las siguientes elecciones.
Hasta ahora, lo que se evidencia en este segundo dilema es el hecho de que Comunidad Ciudadana y Creemos, partidos con representación parlamentaria, es que decidieron ir en solitario en aquellos espacios territoriales en los que tuvieron una votación expectante, la ciudad de La Paz y el departamento de Santa Cruz respectivamente.
Debajo de estas organizaciones políticas, existen otras tantas y variadas cuyo alcance territorial aparentemente es su mejor apuesta. Cuyo mensaje principal por ahora sigue siendo el que escuchamos bastante en los últimos procesos electorales, la unidad en un solo bloque para enfrentar al MAS, es decir, es el antimasismo lo que los une, no la búsqueda de la representación del proyecto posmasista.
En suma, si se considera que estamos viviendo una transición política que cerrará un ciclo político iniciado el 2006, tenemos que mirar hacia la propuesta de este bloque antimasista porque en el recambio generacional, y no hablo de juventud, de la clase política hacia el 2025 estará entre quienes sean electos en marzo y quienes realicen un trabajo notable en la Asamblea Legislativa en los siguientes años, de lo contrario, será nuevamente el tiempo del outsider, del político que aparece por fuera del sistema que se ve impulsado por un sector de la sociedad desencantada con quienes dicen representarla.
Marcelo Arequipa
Politólogo y docente universitario
Las piezas del antimasismo
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