El pueblo negro de Francia Márquez es América Latina


Durante el tiempo que transcurre del siglo XXI los procesos políticos en América Latina y el Caribe han dado un vuelco radical, transformando no solamente las estructuras internas del poder con el protagonismo de las clases y sectores sociales dominados y sometidos, sino las tradicionales relaciones de subordinación de los países frente al imperialismo norteamericano y europeo. El "pueblo negro" de la Colombia de Francia Márquez, ganador de las elecciones, o la insubordinación de los gobiernos de la Región frente a los mandatos de Joe Biden en la "Cumbre de las Américas" son un resumen de todo ello.

Recuperando la dignidad y la soberanía los pueblos del continente abren las posibilidades de avanzar en la real independencia y emancipación y en la efectivización de la integración y unidad de la Patria Grande, impulsada genialmente por el comandante bolivariano y sanmartiniano Hugo Chávez, en un contexto mundial de rápidos cambios hacia la multipolaridad y el protagonismo de las naciones de esta parte del mundo.

No es poco que un obrero metalúrgico como Lula da Silva en Brasil, un indio aymara como Evo Morales en Bolivia, mujeres como Dilma Rousseff en Brasil, Xiomara Castro en Honduras, Cristina Fernández en Argentina, un maestro rural como Pedro Castillo en Perú, un militar zambo mestizo como Hugo Chávez o un chofer de servicio público como Nicolás Maduro en Venezuela, una negra como Francia Márquez en Colombia, un joven luchador universitario de la calle como Gabriel Boric en Chile, o exguerrilleros como Daniel Ortega en Nicaragua o Gustavo Petro en Colombia sean protagonistas centrales de los procesos históricos en sus países y en la Región.

Tampoco es menor que durante estas dos décadas se hayan producido los procesos de integración regional más radicales, nacionalistas y antiimperialistas, como la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Petróleo del Caribe (PETROCARIBE), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), impulsados por Hugo Chávez, Fidel Castro, Rafael Correa, Néstor Kirchner, Evo Morales, Lula da Silva, José Mujica y ahora por Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce o Alberto Fernández.

La derrota del proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) de George Bush en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en noviembre de 2005, tiene su continuidad en el fracaso de la Cumbre de Los Ángeles de Joe Biden en junio de 2022, y al mismo tiempo es la afirmación de la soberanía de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Sin embargo, las condiciones mundiales de crisis económica y comercial y de la guerra de Ucrania, convertida ya en una nueva guerra mundial –como lo señalaron el Papa Francisco y el presidente Biden–, van a orientarse hacia polarizaciones mayores entre potencias dominantes como los Estados Unidos, la Unión Europea (UE), China, Rusia y otros, y entre los imperios y los pueblos dominados, con un despliegue geopolítico, económico y militar de grandes impactos, lo que deberá impulsar en América Latina y el Caribe el avance en la unidad y la integración, con posiciones propias y autónomas, defendiendo sus intereses y generando un potenciamiento complementario.

Los procesos de liberación están en marcha con ritmos variados y el horizonte de la segunda independencia y la unidad de la Patria Grande está en la agenda histórica del presente.