A las 18.40 del martes 12 de noviembre, la senadora de Unidad Demócrata (UD) Jeanine Áñez instalaba la sesión 198 de la Cámara de Senadores, que al final se convirtió en solo un acto debido a la carencia de quorum y la ausencia de la bancada del Movimiento Al Socialismo (MAS).
En una reunión exprés, la legisladora instaló la sesión y al ver que no había más que senadores de UD, entre ellos muchos suplentes, preguntó al secretario si había quorum. "No está en condiciones, por no existir el quorum suficiente para instalar la sesión", respondió su colega Víctor Hugo Zamora, que oficiaba de secretario.
Enseguida, Áñez suspendió la sesión y acto seguido pidió a sus colegas permitirle hacer una "aclaración a la opinión pública". Justificó su actuación en el artículo 41 del Reglamento General de la Cámara de Senadores: "Reemplazar a la Presidenta o Presidente (del Senado) y la Primera Vicepresidenta o Vicepresidente, cuando ambos se hallen ausentes por cualquier impedimento".
El domingo, luego de la renuncia del presidente Evo Morales, había tomado la misma decisión la titular de la Cámara de Senadores, Adriana Salvatierra.
Unos minutos después, Áñez instaló otro acto, esta vez bicameral, en la Asamblea Legislativa. Luego de justificar un presunto "vacío de poder" debido a la dimisión de Morales y su salida del país, a México, Áñez se proclamó sucesora. "Como presidenta de la Cámara de Senadores asumo de inmediato la presidencia del Estado prevista en el orden constitucional y me comprometo a asumir todas las medidas necesarias para pacificar el país", arengó.
La aclamaron sus correligionarios, ante la asistencia al acto de algunos jerarcas de la Iglesia Católica y miembros de la representación diplomática en el país. Habían pasado 11 minutos y 20 segundos desde la instalación fallida de la sesión 198 de senadores.
Minutos después se trasladó, junto a una comitiva de legisladores de oposición, familiares y los dirigentes cívicos Luis Fernando Camacho y Marco Pumari, al Palacio Quemado, donde un militar le impuso los símbolos presidenciales y la medalla del Libertador Simón Bolívar. Y se mostró a sus seguidores desde el balcón.
Habían pasado más de dos días de la renuncia de Morales, quien comunicó su decisión junto al vicepresidente Álvaro García, acorralado por un paro cívico de 21 días, un motín policial y la sugerencia de dimisión planteada por el entonces comandante de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, y otra parecida del comandante de la Policía Boliviana, Vladimir Yuri Calderón.
La decisión se había decantado la madrugada de ese domingo, cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) adelantó su informe preliminar sobre las elecciones del 20 de octubre. Señalaba que hubo irregularidades en el sistema informático y, en el informe final, consideró que hubo "manipulación dolosa".
Desde Chimoré, a las 16.52, Morales y García, además de la entonces ministra de Salud, Gabriela Montaño, comunicaban la decisión. A las 13.30 de ese 10 de noviembre había renunciado el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, presionado por la amenaza de muerte a su hermano secuestrado por manifestantes cívicos en Potosí.
Había ocurrido lo mismo con el vicepresidente del Senado, Rubén Medinacelli, obligado por la amenaza de dinamitar su vivienda en Oruro y el ataque a uno de sus sobrinos por parte de movilizados contra Morales. Salvatierra había tomado el mismo camino, y en Santa Cruz la esperaba en el aeropuerto de Viru Viru una orden de aprehensión, según relató una periodista de la red Unitel.
También había renunciado, vía redes sociales, la vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Susana Rivero. Las renuncias no eran casuales, había la intención de presionar a la "línea de sucesión" develó a La Razón la otrora presidenta de la Cámara de Senadores, la ahora alcaldesa Eva Copa.
Fue un domingo de confusión y sucesivas renuncias.
Una reunión de dirigentes políticos, embajadores y jerarcas de la Iglesia Católica se había instalado en el rectorado de la Universidad Católica Boliviana (UCB), en La Paz. Buscaba salidas a la crisis poselectoral, que para entonces se había cobrado la vida de tres personas, la quema de cinco tribunales electorales departamentales por detractores del oficialismo, el ataque a viviendas de dirigentes y autoridades del MAS, entre ellas Esther, la hermana de Morales, y de Waldo Albarracín y la periodista Casimira Lema. También, la quema de 66 buses PumaKatari en La Paz.
Al llamado telefónico de Ricardo Paz, asesor del expresidente Carlos Mesa (2003-2005), Áñez, entonces segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores, escuchó la propuesta del foro de la UCB: asumir la presidencia del país por "sucesión constitucional".
Más tarde, a las 18.45, la senadora habló con la red Unitel y afirmó que le correspondía la sucesión y que en esa línea iba a convocar a sesiones para la consideración de las renuncias de Morales y de García.
Áñez se encontraba en Trinidad. La mañana del lunes se había trasladado a La Paz previa escala de la línea aérea Amaszonas en Santa Cruz, donde coincidió con su colega Óscar Ortiz.
Ambos, y los dos hijos de la senadora, arribaron al mediodía al aeropuerto de El Alto. Allí, un oficial militar comunicó a la senadora que tenía una orden de trasladarla a La Paz. La comitiva abordó un helicóptero de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), que aterrizó en el Colegio Militar, en Irpavi.
Para entonces, Camacho, presidente del Comité pro Santa Cruz, había puesto a raya a Morales. Instalado en su cuartel del hotel Casa Grande, en Calacoto, recibió la visita de Áñez, que se encontraba camino a la Asamblea Legislativa resguardada en una cápsula presidencial. Hablaron brevemente, y ella recorrió la ciudad hacia la plaza Murillo.
A las 14.00, la recibieron el expresidente Jorge Quiroga (2002-2003) y el senador Arturo Murillo. Entre lágrimas habló con los periodistas y anunció una sesión para la lectura y consideración de las renuncias que nunca sucedió.
Noviembre de 2019: aquella proclamación sin quorum y sin la asistencia del MAS
En sendos actos en la Cámara de Senadores y la Asamblea Legislativa, Jeanine se proclamó presidenta del Estado, en un tiempo de 11 minutos y 20 segundos.
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