"... una noche sí, y debió ser de madrugada, un sueño como fantasía acompañó mi dormitar. A medio despertar, recordándolo a detalle, no puedo sino sonreír, cuando reiteradamente, con una marraqueta y té por desayuno, inicio otra jornada carcelaria.
Se me aparece, entonces, la niña aquella campesina, Primitiva, a quien conocí fugazmente en una caminata realizada por la cordillera, hace ya tanto tiempo.
Ella que, con sus trenzas negras, traviesos ojos, largas y ralas pestañas lacias, con sus pómulos y manos curtidas por el frío, el sol y el viento, por el sólo hecho de recordarla se emociona; iluminándolo todo con su alegre sonrisa. Y, la visualizo por horas pastoreando sus ovejas, en compañía de sus otros hermanos menores y de su perro ch'aphi… siempre jugando, riendo, corriendo, arrojándose piedritas, traveseando.
Haciendo correr la imaginación, cansada ya de vigilar sus animales, viendo sin mirar su rebaño, Primitiva se aleja por segundos al acordarse de aquel reclamo que siempre la maestra evoca con seriedad. Aquella exigencia que, como protesta, les enseña en la escuela. El de recuperar el mar para los bolivianos. Para nosotros ─dice─ también, para la Patria; a quien se lo quitaron hace ya mucho tiempo. Esa aspiración de la maestra que Primitiva la hizo suya; y como ella, sus mejores amigas: la Valentina, la Dionisia, la Juanita. Ellas que, sin conocerlo, sin siquiera haberlo visto nunca, lo sienten como propio, lo imaginan como amigo. Lo consideran, casi, como el héroe del mejor de los cuentos: ¡el mar!, ¡el océano Pacífico! Que dice que es inmenso, tan grande y azul como el mismo cielo; más grande aún, mucho más, que nuestro lago, ¡más profundo que el Titicaca! ¿Cómo será? ¿Qué cantidad de agua tendrá? Y, ya saben que es salada... ¡salada! Y, que en sus aguas navegan muchos grandes barcos de fierro. Y, dice que, en sus profundidades habitan millones de peces de todas las formas, colores y tamaños. Y, que sus playas son de arena… mucha arena; y su oleaje, a veces, feroz.
Porque Primitiva, ya hace tiempo, en el anhelo de realizar estos sueños, en la escuela quiere preguntar: "Maestra, maestra, ¿cuándo conoceremos el mar?".
Ese mar que integra, que con sus aguas llega a otras costas y países, a diferentes tierras; vinculando culturas, gente, pueblos. Que posibilita encuentros y que, con sus aguas, genera lazos rompiendo aislamientos. Ese mar que, por no tenerlo, sin embargo, de nuestros vecinos, de nuestros hermanos chilenos, nos separa, nos aleja, distanciándonos; imposibilitando comprensiones, dificultando acercamientos..."
El Mar.....
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