El rito de prefigurar aquello que se puede esperar de un nuevo gobierno conlleva un proceso de generación de opinión pública en el que éste va emitiendo señales para que sean leídas e interpretadas desde la ciudadanía. Dicho proceso, en su nivel ejecutivo, inicia con la posesión presidencial junto a sus respectivas puestas en escena y discursos, continúa con la posesión del gabinete y de altos mandos policiales y militares, para luego afianzar los hasta entonces supuestos con el establecimiento de mandos medios en estas instancias y, de ahí en adelante, la puesta en marcha de la agenda urgente definida estratégicamente.
Variados han sido los criterios que, en torno a estos hechos, rápidamente hemos vertido desde espacios de opinión digitales y medios de difusión "tradicionales". Y aunque es difícil generalizar, se puede decir que alguna corriente coincidió en que el nuevo gabinete se encuentra conformado por un renovado cúmulo de actores políticos provenientes de diversas vertientes propias del masismo o confluyentes con él. Y que la agenda urgente se enfocará en aspectos económicos bajo la palabra austeridad, como consigna. Como es de esperarse no faltan las críticas ni los aplausos.
Luego de lo ocurrido en noviembre de 2019, resulta bastante comprensible que sean los sectores del Pacto de Unidad, la Conalcam y el propio MAS quienes, desconfianza de por medio, se sepan protagonistas de una resistencia ante la injusticia y reclamen su espacio propio en el poder. Ojalá éste se gestione a través de un recambio proveniente de la organización social que se ha profesionalizado precisamente en estos últimos 14 años, cuyo mejor expositor es Andrónico Rodríguez y no así a través de la simple prebenda que, se sabe, no mejora ni la calidad del Gobierno ni la implementación de un proyecto estatal.
A pesar de que quien tiene la responsabilidad de efectuar estos nombramientos está en la obligación de considerar una multiplicidad de aspectos en quienes detenten altos y medios cargos de poder, lo cierto es que las lecturas de apreciación sobre estas decisiones serán, en su mayoría, parciales y, por tanto, sesgadas. Sean sesgadas a partir de la militancia partidaria, la grupal-corporativa o la de las causas propias. Algunas priorizarán (y aplaudirán) la ideología, otras la pertenencia y otras la idoneidad técnica. Como se ve, la identificación de personas que encabecen el servicio público en el país no es una tarea sencilla. Se hace más difícil cuando añadimos el hecho de que el MAS es una organización política altamente compleja en su estructura y que el Estado Plurinacional como horizonte es una complicada empresa.
Casualmente, se ha dejado para después no solo la creación sino además la designación de la cabeza de una de las carteras más simbólicas y que posiblemente mejor conjuga estas miradas parciales: el Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización. Tres nociones que en todos estos años el gobierno del MAS no ha podido anotar entre sus logros, mientras la otrora denominada Revolución Cultural y Democrática pareciera estar desaparecida como consigna en estos momentos. En tiempos de austeridad y crisis múltiple bregar por los máximos ideales principistas de un proyecto estatal puede parecer una desubicación fuera de agenda urgente. Con todo, será fundamental avizorar cuáles serán las señales de este nuevo gobierno en torno a estos aspectos que fueron parte de los horizontes esenciales en la alguna vez soñada construcción de un Estado Plurinacional basado en los principios establecidos en la CPE.
Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka
Gestión pública y horizonte
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