Repensar desde adentro al MAS y a CC

Mientras el MAS debe saber qué hacer con sus disidencias, CC necesita completar su construcción partidaria

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Mientras el MAS debe saber qué hacer con sus disidencias, CC necesita completar su construcción partidaria



Finalmente son las dos organizaciones políticas más votadas en las elecciones nacionales de 2020.


Empezando el año, en enero, la Friedrich Ebert Stiftung (FES) Bolivia publicó el libro (Re) configuración del campo político en Bolivia. Balance y horizontes del ciclo electoral 2020- 2021 de Jan Souverein y José Luis Exeni Rodríguez (coordinadores), una obra colectiva, como dicen sus impulsores, de nueve miradas sobre lo que pasó en el país en términos político-electorales los dos últimos años. De dichas perspectivas, este suplemento se permite seleccionar dos, la de Manuel Canelas y la de Ricardo Paz, por ser las dos "miradas partidarias desde el MAS-IPSP y CC —las dos fuerzas políticas más votadas en las elecciones generales de 2020—" porque "permiten contrastar balances a cargo de dos protagonistas del ciclo electoral", como señalan en la introducción del texto Souverein y Exeni.

Vale la pena volver a ver lo ocurrido una vez que ha pasado el tiempo. Valga para refrescar el debate sobre finalmente qué pasó con el Movimiento Al Socialismo (MAS) y Comunidad Ciudadana (CC) en las elecciones de 2020 y 2021, pero esta vez desde la mirada de los militantes.

EL MAS. En el texto Bolivia 2019-2021: De la épica ordinaria y el regreso al (¿nuevo?) orden del exdiputado del MAS y exministro de Comunicación Manuel Canelas hay al menos dos hechos centrales que el exlegislador esgrime como base para entender al MAS y a la oposición: uno, cómo el triunfo del No en el referéndum del 21 de febrero de 2016 no fue asumido como se debía por los opositores: "En 2016 hubo un mensaje de alternancia, pero a la oposición se le olvidó que la alternancia sin alternativa que la rellene es una fórmula hueca que no genera adhesión, ni convence, ni conlleva per se un rumbo, como luego se comprobaría durante 2020. En lugar de nuevas construcciones, ideas y horizontes optaron por repetir el mismo guion y los mismos actores, solo ubicados ligeramente distinto en el escenario. El cambio en al menos uno de estos dos componentes era imprescindible para construir una alternativa contemporánea que llenase esa alternancia".

Y, dos, el enorme significado que tiene equiparar al MAS con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), cómo ambos, al menos en sus perfiles más progresistas, fueron o son la expresión de lo nacional-popular, y cómo éste es el gran impedimento para que la actual oposición no logre ser alternativa cierta al MAS.

"En nuestro país, como se ve cuando cualquiera reconoce al MAS y al MNR como los dos partidos más importantes de la historia, lo nacional popular es la tradición política dominante. Construir hegemonía por fuera de esta tradición es hoy imposible, hacer política por fuera de ella es difícil. La importancia que ésta tiene y, a la vez, la dificultad por parte de los cuadros de CC de entenderla se nos revela cada cierto tiempo". Habiendo seguido, por ejemplo, las intervenciones de la senadora de CC Andrea Barrientos, Canelas dice que ella "intuye que lo nacional popular es importante, pero reconoce que no saben cómo abordarlo desde su partido".

En lo relativo a la derrota de la oposición en la elección del 18 de octubre de 2020 (derrota, pues casi se daba por seguro la segunda vuelta y el triunfo arrasador de Mesa en la misma), Canelas le da especial lugar al anuncio de la candidatura de Jeanine Áñez, de cómo ahí empezó el descalabro opositor, el menoscabo del "frente único", peor cuando su gobierno mostraba una gestión "más que deficiente", y cómo "la ciudadanía tomaba nota de cómo estaba el país gobernado por la oposición". Esto hizo al triunfo del MAS en octubre de 2020.

Contribuyó a la derrota opositora también, dice Canelas, cómo los opositores al MAS se empeñaron en creer el machacón relato mediático de que "el 70% no quiere que vuelva el MAS". Cómo no se entendía que "en Bolivia, por cuestiones de composición social, hábitos y medios, la diferencia entre opinión pública y opinión publicada es muy notable".

Pero es a las elecciones subnacionales de marzo-abril de 2021 que Canelas presta mayor atención a lo que pasó en el MAS, cómo éste ya no era "el mismo de antes de la ruptura de noviembre de 2019 y dejaba entrever unos movimientos y pulsos en su interior poco frecuentes por su intensidad". Canelas reconoce que en 2021 nuevamente se impuso la tendencia de que pese a haber ganado la elección nacional, el MAS luego ve reducir su votación y poder local; pero he aquí un hecho novedoso: el nuevo impulso que tomó la disidencia del MAS, "cómo aumentaban las disidencias en el MAS y cómo éstas iban logrando progresivamente algunos espacios de poder". En suma, cómo lo que antes era un hecho anecdótico, que un disidente se fuera para construir su propia candidatura, en 2021 se hizo relevante. Como ejemplo de esto, Canelas pone a Eva Copa (alcaldesa de El Alto) y Regis Richter (gobernador de Pando).

Pero que esto no llame a engaño, insiste Canelas: "Es cierto que Copa, y con matices las otras figuras disidentes, tienen diferencias con el MAS, pero se mueven dentro de las mismas coordenadas ideológicas"; así, afirma, no se puede tener a esta disidencia sumable a la oposición: "Las diferencias con la oposición de derecha son, por mucho tiempo en adelante, insalvables".

En el MAS, sin embargo, reconoce Canelas, "muchos dirigentes salieron públicamente a hablar de los resultados de 2021 como derrota"; aparte de que hay el yerro aquí de ver un problema local como de alcance nacional, olvidando demasiado rápido el 55% nacional, Canelas insiste en que estas críticas solo expresan que el MAS es "una organización viva y, por tanto, lógicamente conflictiva". "El hecho de que le haya surgido competencia dentro de sus marcos de acción es tanto una amenaza como un incentivo, pero lo que está fuera de duda es que lo nacional popular sigue siendo el marco en el que se define el proyecto de país".

Para el exministro, tanto en 2020 como en 2021, "lo nacional popular ha mostrado su fortaleza (…) La novedad es que son mayores en número y en fuerza los disidentes del MAS que han logrado poder local (…) El MAS tendrá que decidir si compite, combate o incluye a estas alternativas. También importará —y mucho— la decisión que tome Evo Morales acerca de su rol en el futuro".

CC. Por el lado de Ricardo Paz Ballivián, de primera hay que decir que su trabajo Análisis de la nueva configuración del campo político en Bolivia sobre todo es un esfuerzo del investigador, pero que, al momento de reflexionar a CC, como él mismo reconoce, no deja de tener la mirada del protagonista, pues él fue el coordinador nacional de campaña de dicho partido.

En la oposición, Carlos Mesa surgió, dice Paz, como el "aglutinador, aunque con la resistencia abierta de los sectores más conservadores de la sociedad política boliviana, representados sobre todo por el MDS, el PDC (en sentido estricto, por Jorge Quiroga) y, en parte, por UN".

Reivindica la fortaleza de CC en la Asamblea Legislativa Plurinacional: "Logró 50 asambleístas nacionales (11 senadores y 39 diputados), tiene senadores en ocho departamentos y diputados en los nueve. CC quedó a un senador del tercio de la Cámara Alta y a cinco diputados del tercio en la Cámara Baja. Además, obtuvo dos diputados supraestatales".

Pese a la participación con candidatos propios en las elecciones subnacionales en Santa Cruz, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca y Oruro, y en alianza en otros departamentos, Paz reconoce que "en general, la participación de CC en estas elecciones, contrariamente a lo que podía augurar su desempeño a nivel nacional, fue pobre y de escasa incidencia política".

Al definir a CC como "un proyecto político en formación", y que pese a tener importante representación parlamentaria, "su verdadera potencia y significado político está todavía concentrado en la figura de su principal líder, Carlos Mesa". Será el tiempo que dirá si logra "constituirse en una organización política institucionalizada y vigorosa o si naufraga en ese intento".

Paz ve al menos tres grandes desafíos partidarios para CC: 1) consolidar una identidad ideológica, filosófica y política coherente y diferenciada de otras visiones, al tiempo de constituir una organización moderna, democrática, participativa y con una institucionalidad fuerte; 2) construir una opción alternativa que trascienda la simple negación y la propia definición política solamente por oposición al MAS; y 3) en lugar de persistir en la nociva práctica de nuestra cultura política, que hace una simbiosis entre el caudillo y la organización, aprovechar el liderazgo de Carlos Mesa para construir una institución para la democracia y no periclitar en el repetido y atávico estancamiento en el personalismo".

En las elecciones de octubre de 2020, CC, dice Paz, abandonó "el centro político y lo dejamos libre para la recuperación del mismo por parte del MAS. Lo hicimos porque asumimos que por lo menos dos tercios de la población estaba firmemente decidida a votar en contra del MAS".

Si en 2019 CC se lanzó a disputar el voto indeciso de centro con el MAS, en 2020, afirma Paz, creyó que su desafío principal era disputar el voto anti- MAS junto con las principales fuerzas opositoras (Áñez y Camacho), "por ello radicalizamos nuestro discurso anti-MAS, casi eliminando de nuestro mensaje el reconocimiento a las cosas positivas que había dejado el proceso de cambio durante los 14 años del MAS", destaca el sociólogo.

Por esto, concluye, la gente vio a CC como parte de un bloque opositor homogéneo estigmatizado como golpista, antinacional y antipopular.

"El resultado de la votación demuestra, de manera inapelable, que el desplazamiento de nuestra estrategia electoral (de CC), lejos de favorecernos nos privó de persuadir a importantes sectores de clase media y populares, los cuales prefirieron, ante la polarización, votar por el MAS, a pesar de las dudas y cuestionamientos que tuvieran. De alguna manera, el MAS logró activar una especie de 'voto útil' para recuperar el centro político, que ya en elecciones anteriores resultó definitivo para su victoria", remarca.


Las hegemonías también se debilitan

Manuel Canelas, exdiputado y exministro de Comunicación

El MAS ha sido el actor político hegemónico estos últimos años; en este sentido, ha podido ordenar los ejes sobre lo que se debate y en qué términos se lo hace, y ha proyectado un horizonte compartido por una mayoría. Pero esto no quiere decir que no haya otros temas o valores que puedan disputar y ordenar de otro modo las lealtades políticas y las aspiraciones o deseos de partes importantes de la población. Las hegemonías también se debilitan y resienten. Dos de las más importantes paradojas que tiene que resolver de mejor manera el proyecto masista son las que representan el crecimiento significativo de las clases medias y el intenso proceso de urbanización que ha vivido el país durante la última década.

La política sigue dominada por el caudillismo

Ricardo Paz Ballivián, excoordinador de campaña de CC

La sociedad se desarrolla democráticamente cuando hay diversidad y libertad. Cuando hay pluralismo y no estamos obligados a elegir solo entre dos opciones o sometidos a una sola. La salud de una democracia se mide por la variedad de centros políticos que existen, cuando los extremos son minoritarios y campea la libertad de opción, de opinión y el no alineamiento. Lamentablemente, lo que vemos hacia un futuro inmediato es todavía un sistema de representación política precario, endeble, poco institucionalizado, dominado por el caudillismo y el corporativismo. Las señales que percibimos actualmente no nos permiten ser optimistas respecto a una transformación positiva de esta realidad.