Críticas que desportillan a los críticos


Críticas al Vicepresidente, a los ministros, exigencia de cambios de ministros por parte de las organizaciones sociales, de parlamentarios e incluso del Instrumento Político aparentemente estaría demostrando una pugna de poder en el interior del bloque popular que gobierna el Estado.

¿Cuál es el horizonte de este nuevo momento de la revolución democrática cultural liderada por Lucho y David?, ¿o solo tiene tareas inmediatas propias de la gestión pública y política?, ¿por qué critican los dirigentes al Gobierno: por abandonar el horizonte, por incumplir tareas? o ¿por qué?

Son interrogantes necesarias e ineludibles porque estamos hablando de la clase dirigente que está liderando nuestro país.

El momento político emergente del proceso constituyente con la interrupción del golpe de Estado, ha inscrito en reencauzar la construcción del Estado Plurinacional, con el horizonte ideológico del socialismo comunitario y civilizatorio del Vivir Bien. Las tareas inmediatas fueron determinadas por la forma violenta e inconstitucional como se resolvió la crisis de octubre-noviembre y la catastrófica gestión pública del gobierno de facto.

Las críticas amplificadas como titulares principales en los medios de comunicación privados que no dan cobertura a los mismos dirigentes para otro tipo de noticias, hoy son la fuente principal del hecho noticioso, pero ya no solo como crítica al Gobierno, sino que aparecen como la manifestación de fracturas, bloques, disputas por espacios públicos administrativos dentro del Estado.

Las críticas y autocríticas son necesarias e imprescindibles cuando se carece de este ejercicio deliberativo, abandonamos la reflexión y nos dejamos absorber por la monotonía del momento como verdad irrefutable. Pero, por el contenido de las críticas que vertieron los dirigentes, no están precisamente en la línea del horizonte y/o las tareas, sino hacia la actitud que tienen los ministros con las organizaciones sociales.

Este elemento es muy importante porque está interpelando la forma política de relación de las autoridades gubernamentales con el bloque popular, es decir, la relación no se agota en el tiempo electoral, tampoco en tener fuentes laborales —además que es legítimo— sino en la necesidad de constituir una articulación política efectiva. Las autoridades elegidas y designadas por la singularidad nacional popular del proceso deben descolonizar el sentido del ejercicio del poder, lo que nos obliga a ingresar en una nueva pedagogía política propia de nuestra sociedad pluri.

Pero lo que aún no se internalizó como sentido común en los bloques es el horizonte de este segundo momento de la revolución democrático-cultural. Pareciera que redujimos el norte a ganar las elecciones, llegar a los espacios administrativos públicos y disputar mayores espacios administrativos más influyentes. Es sobre este último elemento, como motivación de las críticas y exacerbadas por los medios, que existe una competencia interna para ver quién tiene un discurso más folklórico y sensacionalista que marque la diferencia y le permita tener una portada principal con su foto.

Lo que sí merece un análisis ideológico muy importante es la descalificación más que crítica del vicepresidente Gerardo García del MAS al vicepresidente Choquehuanca; es la manifestación política de ausencia de horizonte por cierto nivel dirigencial, porque no está planteando un problema, sino que está instalando un problema contra-revolucionario en el interior del bloque como posible normalidad política.

La respuesta y/o defensa desde parlamentarios y autoridades gubernamentales no parte del horizonte sino que cae en el juego reaccionario y altamente dañino para el Gobierno, el proceso y el bloque.

Defienden, pero descalificando al líder histórico del proceso, como si en ese acto se estaría exponiendo la importancia del debate. Por el contrario, lo que aflora es la autojustificación para atacar denigrando la imagen y la importancia de ese liderazgo para los pueblos no solo de nuestra Bolivia.

Esta etiquetación que descalifica, más que una caracterización que explique, nos está demostrando que necesitamos institucionalizar en el corto tiempo un escenario político donde se articule gobierno, legislativo, organizaciones sociales e instrumento político para el debate/análisis constante.

El proyecto estatal descolonizador que estamos impulsando es un proyecto de vida, la organización política del bloque, el liderazgo(s) indígena, popular y antiimperialista. El horizonte es la trilogía que nos permite ser hegemónicos, por ello no podemos caer en discursos, slogans sensacionalistas que alimentan a los medios privados y les dan argumentos a los opositores para sobrevivir en los noticiosos.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.