La carta .....


Con fecha 25 de noviembre, el Alcalde de La Paz envió una carta al Ministro de Gobierno, con el título Medidas de seguridad. El texto dice que "Evo Morales, líder del MAS, indicó que la marcha convocada por su partido político es solo 'un calentamiento' y que 'va a reventar La Paz' cuando la caminata llegue este lunes (Los Tiempos 23.12.21), solicito a usted pueda instruir a la Policía Boliviana el resguardo a los ciudadanos paceños, de las edificaciones públicas, monumentos, parques y equipamiento de nuestra ciudad". Y en el tercer y último párrafo dice que paceños y paceñas recibiremos a los marchistas con banderas blancas.

Se criminaliza al dirigente político por haber dicho que la marcha es un "calentamiento" y se manipula el término "reventar" (los hechos confirmaron el anuncio como sinónimo de colmar, de lleno completo: "El teatro está reventando"). La carta fue el apoyo que necesitaban algunos medios de comunicación y periodistas que ya habían desplegado su campaña racista basada en el miedo, dando a entender que estábamos inermes ante esa amenaza, esos bárbaros que se dirigían hacia la civilización, con el concepto de "hordas" bajo la manga (como lo decían explícitamente sus entrevistados de derecha).

El firmante de la carta fue ministro de Estado de la señora Jeanine Áñez, quien realizó una sostenida campaña contra "los salvajes". Colegas de gabinete del firmante de la carta anunciaban "cacería" (para dejar sentado que los cazados no eran seres humanos sino animales, y además peligrosos). Y otro de sus colegas, en función de ministro de Defensa, advirtió a un ciudadano señalándole a un militar: "Éste te puede hacer desaparecer en 10 segundos". El mismo ministro que advirtió con "desaparecer" a un ciudadano fue quien justificó la masacre de Senkata señalando a los muertos y heridos, a las víctimas, como "drogadictos y alcohólicos". Socio político, del firmante de la carta, el presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, Rómulo Calvo, calificó a esos innombrables como "bestias humanas".

El gobierno del que formó parte, el firmante de la carta, bajo el liderazgo del entonces director de Migración, realizó operativos y masivas gasificaciones con centenares de policías en la frontera con Chile para evitar el ingreso de ciudadanos bolivianos que intentaban volver tras ganarse unos pesos en la cosecha de frutas en ese país. El argumento fue que volvían para desestabilizar. Los gobiernos regionales de Chile, fronterizos con Bolivia, debieron montar campamentos para cobijar a esos bolivianos. Tan grosera, inhumana y cruel la actitud del gobierno del firmante de la carta que luego bajó el tono, y usaron el pretexto de la pandemia e instalaron campamentos de cuarentena en el lado boliviano.

Que la Policía resguarde a los ciudadanos paceños, sus edificios públicos, sus monumentos, sus parques y equipamiento. Y que ondeen banderas blancas. Solo faltó en la carta "y que, si todo eso no funciona, que Dios, la Virgen y los Santos en su extrema bondad nos protejan y que todo sea, finalmente, su voluntad".

El firmante de la carta avaló las atrocidades que cometió su gobierno, de modo que mantiene una coherencia. Lo que resulta bochornoso es el papel de algunos medios de comunicación y algunos periodistas que promueven, alientan y echan gasolina a la hoguera racista (es obvio que la obligación es apagarla). La carta, es prueba y acusa, no solo al remitente.

Freddy Morales es periodista.