Cuando se trata de sostener una discusión política desde los distintos bloques de partidos políticos constituidos, un recurso utilizado por todos es el de los actores interlocutores, o también llamados aquí como los mensajeros políticos, quienes se dedican a bajar línea comunicacional, debatir y, si fuera el caso, rebatir los argumentos establecidos en base a una retórica que busque incluir enmarques comunicacionales importantes. Sin embargo, como veremos a continuación, hoy no tenemos mensajeros políticos por distintas razones.
Dos acontecimientos marcaron la ausencia de mensajeros políticos que se ocupen de bajar línea comunicacional y de estar en la primera línea de los debates públicos. El primero, asignado al MAS, dado que uno de los más significativos efectos de la caída de Evo Morales en 2019 es que se tradujo en una suerte de jubilación de todo un bloque de políticos que o bien estaban entrando ya a la categoría senior —por ejemplo Carlos Romero, Juan Ramón Quintana y el mismo Héctor Arce— hasta otros que generacionalmente se suponía que serían el relevo natural como equipo político en el MAS, como Adriana Salvatierra, Mariana Prado, Manuel Canelas, por ejemplo.
Ese bloque de políticos ya no ocupa la centralidad en la discusión pública, y eso pareciera ser más por una decisión gubernamental que por la de su partido político, de marcar distancias con aquellos que estuvieron muy vigentes hasta 2019. Esto resultó en una evidente actual falta de mensajeros políticos que se pudieran encontrar en la Asamblea Legislativa y en el Ejecutivo, quizá también sea una de las razones por las que el gobierno de Arce hasta ahora se anota varias postergaciones de reformas sociales y políticas en leyes, y de no poder traducir comunicacionalmente algunas líneas principales que llevan realizando con un mensaje más extendido hacia la población en general. En lugar de buscar que uno se dedique a emular los mensajes alambicados, y del "habla mucho pero dice poco" estilo Carlos Mesa.
En el caso del bloque de oposiciones políticas, lo que podría haber sido la derrota electoral de 2020 para esos partidos, para transformarla en un momento de oportunidad para refrescar su realidad de actores políticos, no fue así. Más bien lo que se encuentra es una actitud reacia por, primero, potenciar nuevos mensajeros políticos, y lo que es más grave, a propósito del desenlace sobre la renuncia a la jefatura de bancada por parte de la senadora Andrea Barrientos en CC, se llegó a evidenciar que no solamente es que no hay estrategia para renovar el espacio del mensaje, sino que no están dispuestos a soportar ni una brisa en la discusión política que les pueda generar algún tipo de presión por sus pares opositores más radicales.
No tener mensajeros políticos nos está llevando al terreno fértil en el que algunos influencers mediáticos son los que generen ruido mediático usando más medias verdades que una discusión más amplia. Por tanto, éstos son tiempos de transición política en los que el like y la viralización se constituyen en la medida de evaluación del valor del tema a ser comentado al interior de nuestras burbujas sociales.
Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario.
Política sin mensajeros
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