La crisis sanitaria desatada por el COVID- 19 en el mundo, marzo 2020, no solo tiene efectos en la salud y pervivencia de la humanidad y la contracción de la economía, sino que evidencia problemas estructurales que hacen al conjunto de la sociedad, Estado y economía. En ese contexto, según lo manifestado por Alicia Bárcena y Mario Cimoli, secretarios ejecutivos de la CEPAL, en el artículo Asimetrías estructurales y crisis sanitaria de diciembre 2020, la "crisis pandémica ha tenido mayor incidencia sanitaria y socioeconómica en América Latina y el Caribe que en las demás regiones del mundo…" América Latina y el Caribe (ALC) es una de las regiones con mayor número de casos positivos y fallecimientos por COVID-19. Lo más lamentable es la relación entre fallecidos y contagiados que supera a todas las otras regiones del mundo, con 3,2%. En cuanto a la economía, como efecto de la pandemia, en la gestión 2020, ALC tuvo una contracción de su Producto Interno Bruto (PIB) en 7,7%, una de las mayores en relación a las otras regiones, debido fundamentalmente al colapso del comercio mundial, la caída de los precios internacionales de los productos que exporta y el deterioro que ha sufrido la demanda interna que a su vez tiene repercusiones en el incremento de los niveles de desocupación y el cierre de unidades productivas; así como en el crecimiento de los niveles de la pobreza, pobreza extrema y desigualdad. Esta caída del PIB no solo es producto de efectos de la pandemia sino fundamentalmente de factores estructurales de larga data. Por ejemplo, entre 2014 y 2019, en promedio, la región creció apenas a 0,4% anual, expresión de un largo periodo recesivo. "Ese periodo estuvo caracterizado, en primer lugar, por la persistencia de los choques recesivos que experimentó la economía mundial como efecto de la crisis financiera mundial de 2008-2009 y de la crisis de la zona del euro de 2011, la elevada volatilidad financiera mundial, el fin del ciclo de auge de los productos básicos y sucesos geopolíticos y económicos recientes, como las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos." Debido a este largo periodo recesivo en la economía de ALC agravado por la pandemia y, fundamentalmente, por la persistencia de crisis estructurales, cuyos rasgos principales son: 1) crisis social, reflejada en los altos niveles de desigualdad; 2) crisis económica, persistencia de asimetrías productivas y tecnológicas con relación a los países avanzados; y 3) crisis ambiental, pérdida de biodiversidad, bosques y aguas, además de superación de los límites planetarios en el uso de los recursos naturales y la biosfera; Bárcena y Cimoli plantean "la urgencia de avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo en América Latina y el Caribe ante la crisis sanitaria actual". Por los efectos de la pandemia y los problemas estructurales que trae consigo de tiempo atrás el mundo y de manera específica América Latina y el Caribe, una vez más se cuestionan los modelos de desarrollo que prometen progreso indefinido con recursos naturales finitos; así el desarrollo es prácticamente insostenible. En la práctica, la desigualdad y la pobreza siguen presentes. Si la población en su vida diaria no encuentra mayor equidad e inclusión, si no se modifica la economía y producción y no se redistribuyen excedentes, si se afecta al equilibrio del medio natural, ¿qué sentido tienen los modelos de desarrollo aplicados por largas décadas en la región y el mundo? Es tiempo de revisar y generar nuevas concepciones de modelos de desarrollo. No es suficiente pensar únicamente en reactivación económica, hay que hacer cambios estructurales. Dado el contexto actual de crisis civilizatoria, esta nueva concepción, imprescindiblemente, debe partir de la preservación de la existencia de todos las y los seres vivientes, el equilibrio y armonía con el medio natural, la propiedad de nuestros recursos naturales, la aplicación de mutua influencia entre las políticas económicas y sociales. Profundizar el rol del Estado como promotor y protagonista del desarrollo, y de distribuidor de excedentes en condiciones de equidad social. Mantener el papel preponderante de la economía interna, así como la sustitución de importaciones. Ampliar el desarrollo de complejos territoriales productivos y de sectores productivos estratégicos, la economía comunitaria y social-cooperativa, y la consideración y validación de la economía del cuidado. Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial. *La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de La Ventana
Repensar los modelos de desarrollo
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