Chile vota en plebiscito histórico: por qué es tan polémica la Constitución por la que los ciudadanos acuden este domingo a las urnas
Uno de los principales reclamos durante el estallido social fue la reforma de la Constitución.
Este domingo los chilenos deciden en un plebiscito si quieren una nueva Constitución, una de las principales demandas de los manifestantes durante lo que se conoció como el estallido social.
La actual Carta Magna chilena data de 1980 y, aunque fue modificada varias veces, es criticada por ser herencia del régimen militar de Augusto Pinochet y por consolidar un papel residual del Estado en la provisión de servicios básicos, que justamente fue uno de los motivos de las protestas que se iniciaron el 18 de octubre del año pasado y se alargaron hasta marzo de este.
En BBC Mundo analizamos por qué la Carta Magna estuvo en el punto de mira durante la ola de protestas y cuáles son las razones de los que claman que hay que cambiarla.
Herencia de Pinochet
Una de las principales razones por las que los manifestantes demandaron cambiar la Constitución tiene que ver con el origen de la misma.
"Una de las cuestiones que más se critican, y por lo mismo se quiere cambiar, tiene que ver con su ilegitimidad de origen: es justamente el hecho de que haya sido dictada durante una dictadura militar", le dijo a BBC Mundo Miriam Henríquez Viñas, profesora de Derecho Constitucional y Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado de Santiago.
"La Constitución de 1980 fue obra del régimen militar y entonces para un sector muy relevante de la sociedad chilena tiene un origen ilegítimo", coincidió Gilberto Aranda, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
Pero tal y como apuntan ambos expertos, la Carta Magna fue modificada sustancialmente en 1989 y en 2005.
Por ejemplo, en 1989 se derogó la parte que establecía un pluralismo político limitado, que suponía que ciertas ideologías políticas, como el marxismo, estaban prohibidas.
Más tarde, en 2005, bajo el gobierno de Ricardo Lagos, se llevó a cabo una importante reforma constitucional que acabó con la figura de los senadores designados, que eran elegidos por instituciones como las Fuerzas Armadas o la Corte Suprema, "lo que de alguna manera le restaba su dimensión democrática a la composición política de la Cámara del Senado", dice Aranda.
"Diría que en 2005 (la Constitución) ya quedó purgada de los enclaves autoritarios", opinó el doctor en Estudios Latinoamericanos.
"Sin embargo, no deja de ser la Constitución que fue preparada por el régimen militar y, por la tanto, en ese contexto, para una parte muy importante de la sociedad chilena tendría una ilegitimidad de origen".
En las declaraciones de los manifestantes que participaron en las protestas se reflejó ese pensamiento.
"Yo no voy a parar de protestar hasta que se cree una nueva Constitución y se termine con la herencia de Pinochet", le dijo en noviembre del año pasado a BBC Mundo Nohlan Manquez, un fotógrafo que salió a las calles en aquellos días.
Pero más allá de su origen, también se cuestiona el contenido de la propia Carta Magna.
La rigidez y los "enclaves autoritarios"
Según Henríquez, la Constitución "fue concebida originalmente con una democracia protegida de la irracionalidad del pueblo".
"Hay una desconfianza que está presente en la Constitución de la posibilidad de que el pueblo pueda tomar decisiones razonables por sí mismo" y, según la constitucionalista, esa desconfianza se expresa a través de una serie de mecanismos, como por el ejemplo el que el rol de los partidos políticos sea mínimo en la Carta Magna.
En cuanto a contenido, otra de las cuestiones es que se trata de una Constitución "muy rígida": para modificarla se requieren mayorías de dos tercios o de tres quintos de los diputados y senadores en ejercicio.
Por ello, pese a las reformas de 1989 y del 2005, la especialista discrepó de Aranda y consideró que la Constitución "persiste en lo que se llaman enclaves autoritarios, es decir, hay ciertas normas que hacen prácticamente imposible, sino muy dificultoso, reformar ciertas disposiciones".
"Entonces prácticamente se ha generado una suerte de congelamiento de asuntos como derecho a la seguridad social, libertad de enseñanza, que son justamente los derechos sociales que hoy se demandan".
Los ciudadanos se echaron a la calle para protestar por la desigualdad y exigir la puesta en marcha de profundas reformas sociales.
Estado social
El otro cuestionamiento a la Constitución tiene que ver con los derechos sociales, ya que el texto constitucional consagra un "Estado subsidiario" que no provee directamente las prestaciones que tienen que ver con salud, educación o seguridad social, sino que esta provisión queda en manos privadas.
"Este Estado subsidiario es un Estado mínimo que se limita únicamente a vigilar o supervisar cómo los particulares proveen esos derechos", explicó Henríquez.
La privatización fue uno de los pilares del modelo de Pinochet: en su Constitución política, servicios básicos como la luz y el agua potable pasaron a manos privadas.
También hubo una fuerte privatización en áreas como la educación y la salud.
Una de las demandas de los manifestantes fue que el Estado tenga una mayor participación e involucramiento en la prestación de los bienes básicos.
Aranda coincidió en que la función social está "infrarrepresentada" en la Constitución, que le otorga solo "funciones en lo que es resguardo del orden público, seguridad, defensa, garantía de justicia, etc."
"Hay un sector importante de las personas que están demandando cambios estructurales y profundos en Chile respecto a declarar y garantizar el ejercicio de determinados derechos sociales, es decir, incorporar a una Constitución de democracia liberal elementos de un Estado social, como en parte están, pero además garantizar su ejercicio", explicó el experto.
Ambos analistas coincidieron en que una nueva Constitución no solucionaría todos los problemas, pero sí sería un primer paso muy importante.
No obstante, puntualizaban que, si se decidiera cambiar la Constitución, sería clave la forma en la que se haría. "La forma en que se haga no va a ser indiferente porque dependiendo de la participación que tenga la ciudadanía va a tener mayor o menor legitimidad el cambio que se formule", apuntó Henríquez.
Casi 15 millones de personas están habilitadas para elegir en el plebiscito de este domingo entre el "apruebo", dando luz verde al proceso constituyente o el "rechazo", dejando la institucionalidad tal cual está.
Pero más allá de si votan "apruebo" o "rechazo", los y las votantes deberán elegir qué tipo de órgano debería hacerse cargo de una nueva ley fundamental para el país.
"¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución?", se leerá en la segunda papeleta. Las opciones son: "convención mixta constitucional (integrada en partes iguales por miembros elegidos popularmente y parlamentarios o parlamentarias en ejercicio)" o "convención constitucional (integrada exclusivamente por miembros elegidos popularmente)".
De ganar el "apruebo" y la "convención mixta", el Congreso Nacional elegirá en forma interna 86 personas en el Parlamento para redactar la nueva ley fundamental de la nación. Otros 86 cupos se dividirán en forma paritaria en una elección directa.
De ganar el "apruebo" y "convención constitucional", no participarán representantes del Congreso y se escogerán 155 representantes, mitad hombres y mujeres, a través de elección directa. De ganar esta alternativa, se trataría del primer órgano paritario que redactaría una Constitución en el mundo.
*Esta nota fue publicada originalemente en noviembre de 2019, en pleno estallido social, un periodo de protestas que inició en Chile en octubre de ese año y se alargó hasta marzo de 2020.
Chile vota en plebiscito histórico: por qué es tan polémica la Constitución por la que los ciudadanos acuden este domingo a las urnas
❮
❯