Hay mucha tela que cortar sobre la tardía memoria de la Iglesia Católica sobre las reuniones extralegislativas del 10, 11 y 12 de noviembre de 2019, cuando, sin atribución alguna, impulsó la sucesión presidencial de la senadora de minorías Jeanine Áñez.
A raíz de sus conclusiones —¡un año y siete meses después de los sucesos!— su rol de "facilitador" de la solución de la crisis de entonces está en serio cuestionamiento. Y por sus obras los conoceréis:
Para cuando renunció Evo Morales, la Iglesia Católica y la Unión Europea no tenían más obligación —ya que se presentaron como articuladores de un posible diálogo político— que esbozar la forma cómo los legisladores de oficialismo y oposición debían llegar a un consenso ante la crisis.
Las soluciones debieron partir del sistema político con representación legislativa. ¿Qué papel les tocaba a Jorge Quiroga, Carlos Mesa, Samuel Doria Medina, Juan Carlos Núñez, Waldo Albarracín o Rolando Villena (+) sino a legisladores del MAS, UD o PDC? Ninguno, salvo que, también, propiciaran, en su "buen" espíritu democrático, un acercamiento entre los que realmente debieron dar viabilidad a una sucesión constitucional ante el "vacío de poder" que ahora es el principal argumento de la llegada al poder de la senadora beniana.
La Iglesia Católica ya había descartado cualquier sucesión con el MAS cuando en una primera reunión, inmediatamente después de la renuncia de Morales, ofreció el puesto vacante a Áñez en ausencia de la representación oficialista. La memoria recuerda que Ricardo Paz, vocero de Mesa entonces, se encargó de llamar a la senadora para plantearle la propuesta con el parlante del teléfono abierto.
Mesa, casi a esa misma hora en la plaza Murillo frente a la Asamblea Legislativa, le decía never in the life a la sucesión de cualquier legislador del MAS. Y el clero católico negó que en la reunión se haya tomado decisiones, como dice que también lo recordaba cada vez a los participantes de la cita.
Además, el informe de la Conferencia Episcopal (CEB) dice que Adriana Salvatierra y Susana Rivero fueron propuestas para la sucesión y que rechazaron la oferta por el "peligro que corrían sus vidas", extremo que negaron las exlegisladoras del MAS. Sin embargo, la misma memoria consideró que "estas propuestas fueron cuestionadas por inconstitucionales; no había ningún marco legal que respaldara las mismas".
Habían sido desahuciadas, más allá de las motivaciones que impulsaron las renuncias previas de las exlegisladoras, cuyas renuncias nunca fueron consideradas previa a la sucesión ni la Iglesia Católica hizo el esfuerzo por que sea así. Aquí, hay que recordar el octavo mandamiento bíblico.
También, siendo facilitadora y suponiendo su neutralidad, la Iglesia Católica tenía un prejuicio que ahora es el fondo del debate y los criterios irreconciliables: "El vacío de poder vulneró la paz, la vida y los derechos de todos los bolivianos".
No solo eso. Recuerda que en otra reunión, con el ministro Manuel Canelas, llamó la atención a éste "planteándole que no era adecuado llamar golpistas a quienes se desea invitar" al diálogo. ¿Hizo lo mismo con quienes decían que en las elecciones de octubre hubo fraude monumental?
Además, en su comunicado del 10 de noviembre de 2019 —leído a lado de Paz y Jerjes Justiniano, representante de Luis Fernando Camacho— los obispos sentenciaron ante la opinión pública: "Lo que sucede en Bolivia no es un golpe de Estado".
Siendo facilitadora, la CEB no hizo el esfuerzo ni agotó las posibilidades de consenso por promover la sucesión constitucional e impulsó — como Albarracín lo admitió— una salida "lo más cercana posible a la Constitución". ¡Lo más "cercana", como si un asunto tan crucial para la democracia del país se midiera por lo cercano o alejado del cumplimiento de la Carta Magna!
Palabra, obra y omisión. ¿Con qué atribución Quiroga autoriza al comandante de la Fuerza Aérea el despegue del avión de Morales? La CEB no cuenta ese pasaje de la reunión del lunes 11 de noviembre.
Ahora, quienes propugnan que no hubo golpe y que, al contrario, hubo fraude, se apoyan en el informe de la Iglesia Católica para validar sus actos. ¿Y será posible que Áñez, Mesa, Quiroga, Doria Medina o Camacho digan lo contrario? Never in the life.
Ellos estuvieron del lado del clero y éste del lado de ellos. ¿Van a desmarcarse? Never in the life. Pecaron juntos; es su juicio final.
Rubén Atahuichi es periodista.
¿Neutral la Iglesia Católica? 'Never in the life'
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