VACUNAS RUSAS O LA GRAN BURLA


Con amigos como los rusos, ¡quién quiere enemigos! En la Casa Grande, el 30 de diciembre de 2020, antes de la segunda ola del coronavirus que mató muchos bolivianos, y con el presidente Luis Arce como principal testigo, representantes de la Central de Abastecimiento y Suministros en Salud (CEASS), y del Fondo Ruso de Inversión Directa firmaron un contrato por 5,2 millones de vacunas Sputnik V, de las cuales 1,7 millones debían arribar al país hasta el 31 de marzo de este año.

No pierda de vista el dato de las 1,7 millones de vacunas Sputnik V porque es el principio de una burla repetidamente justificada por el gobierno boliviano. El 28 de enero llegaron 20.000 dosis rusas con gran despliegue mediático en el que Arce fue el principal protagonista. El 14 de abril, dos meses y medio despúes, arribaron otras 25.000. El 20 de abril aterrizó en Cochabamba un avión de BOA con 200.000 dosis, también con parafernalia comunicacional.

La cuarta entrega se produjo el 15 de mayo. Cochabamba volvió a ser el punto de recepción. Allí llegaron 400.000 vacunas Sputnik V, no el medio millón anticipado por Arce cuando anunció que el pais recibiría 1,5 millones de dosis para enfrentar la tercera ola de la pandemia (1.000.000 de las chinas Sinopharm y 500.000 de las rusas). ¿Cuándo llegarán las otras 100.000 vacunas procedentes de Moscú? El gobierno boliviano y los diplomáticos rusos optan por el silencio.

Sumando los 245.000 inmunizantes rusos recepcionados entre enero y abril más los 400.000 de mayo, hasta el momento Bolivia recibió 645.000 dosis de Sputnik V. Faltan por llegar 1.055.000 vacunas del primer gran lote de 1,7 millones, pero sobre todo falta una explicación coherente y convincente del gobierno, no las conocidas justificaciones de que hay dificultades en la producción o una sobre demanda mundial de vacunas. Si Bolivia es considerada aliada estratégica de Rusia, el envío de vacunas a cuentagotas es más que llamativo.

Vladimir Putin, presidente ruso, reafirmó hace unos días el interés de su gobierno de trabajar de manera conjunta con Bolivia en diversas áreas (el desarrollo nuclear, entre ellas), a propósito de la presentación de cartas credenciales de la nueva embajadora boliviana en Moscú. Entonces, ¿por qué Rusia no plasma el envío de las dosis comprometidas para sostener la vacunación masiva en el país? ¿Hay condicionamientos a cambio del cumplimiento del contrato?

El Embajador de Rusia en Bolivia no sólo que no explicó el incumplimiento, sino que lanzó una promesa para que los bolivianos nos ilusionemos. Afirmó que ya existen estudios avanzados con el Ministerio de Salud para la producción de la vacuna Sputnik Ligth en Bolivia, la que se aplica en una sola dosis, y que el trabajo será completado en el curso de los siguientes meses. En el gobierno boliviano siguen aplaudiendo.

Las 645.000 dosis representan el 37,9% de las 1,7 millones que debieron estar en el país hasta el 31 de marzo y sólo el 12,4% de las 5,2 millones contratadas. Felizmente las gestiones del gobierno boliviano con Pekín lograron que en las últimas semanas hayan llegado un millón de vacunas chinas Sinopharm que sumadas a las 400.000 Sputnik V, por el momento existe una cantidad suficiente de inmunizantes para inyectar las primeras dosis bajo una programación de grupos etareos y con un número mayor de puntos de vacunación instalados en las grandes ciudades pero también en municipios rurales del país.

¿Qué pasa con las segundas dosis de la vacuna rusa? Quienes recibieron la primera dosis hasta abril, mayores de 60 y 70 años y personas con enfermedades de base, están en la incertidumbre porque solo saben que deben esperar hasta 90 días después del primer pinchazo, hasta julio, pero no tienen información más o menos precisa de cuándo el laboratorio ruso que produce la Sputnik V dispondrá el envío de una cantidad suficiente de segundas dosis a nuestro país.

La incertidumbre ciudadana sobre las segundas dosis y la falta de coraje del gobierno para exigir que se cumpla lo firmado en diciembre del año pasado hacen que la burla se mantenga y no se conozca públicamente cuándo terminarán de llegar las vacunas rusas comprometidas en un contrato bilateral y cuántas de ellas constituyen las segundas dosis que servirán para tener un país menos desprotegido ante la tercera ola de la pandemia que está golpeando con fuerza.





Edwin Herrera Salinas es periodista