Los saltos hacia adelante del MAS


El pasado 7 de marzo, fecha de las elecciones subnacionales, debía marcar en el MAS una suerte de momento definitorio de sus fichas políticas internas. En gran medida porque el resultado que obtuviesen podía resolver esa disputa que ya estábamos viendo entre la dirigencia del partido (el evismo) y las bases sociales que componen el partido, un evento muy intenso y que iba de ida y vuelta.

Sin embargo, al bajo desempeño del MAS, que más allá de hablar del resultado viendo el mapa de municipios del país y cuán azul es este, la evidencia electoral del MAS en cantidad de votos nos muestra que respecto de la misma elección subnacional de 2015 obtuvieron seis puntos menos a nivel nacional, es decir, pasaron del 39% al 33%. En este escenario, cuando el partido mismo se disponía a querer hablar de los errores estratégicos y políticos del evismo, este grupo sacó una carta más, probablemente su última, para tener vigencia dentro del partido, a esta carta la llamó: golpe de Estado.

Dos efectos ocasionaron que se hablara de golpe de Estado justo después de las elecciones subnacionales, uno externo al MAS, que tiene que ver con que la opinión pública ya hablaba de un Evo en debilidad o al menos cuestionado por sus partidarios, pero luego de la detención de la señora Áñez, automáticamente o mejor dicho mecánicamente, la opinión pública empezó a hablar de que Evo y el evismo estaban siendo fuertes y casi gobernando el país. Esto revela hasta hoy día un antimasismo de mass media con un ataque de ansiedad constante.

El efecto interno, que es el que me parece más importante es que al hablar de golpe, el evismo logró que de nuevo el MAS cierre filas en torno a una única causa y que los cohesionó en la pasada elección general de 18 de octubre del 2020, al cerrar filas en torno a esto lograron imponer disciplina interna porque quien se pusiera a observar la estrategia desplegada podría ser fácilmente tratado de traidor y por tanto luego incluso ser expulsado del partido. Entonces se impuso un relato que más que resolver los dilemas internos del partido, los ocultó debajo la alfombra.

El otro relato que chocó dentro de este efecto interno fue el que encabezó el Presidente Arce, alguien que hasta ahora demuestra tener el mínimo perfil político, de repente busca erigirse como quien ejerce poder imponiendo un tipo de orden específico. Lógicamente que esta reacción tiene mucho que ver con las presiones al interior del partido de las organizaciones sociales que le reclaman acción contra los opositores del 2019. Pero lo que no termina por entender nuestro Presidente es que las acciones de los políticos no se miden por la premura con la que se activan, sino por la negociación y la planificación de las decisiones con un norte estratégico claro.

Pueden existir más relatos enfrentados al interior del MAS hoy día, estoy casi seguro, porque la heterogeneidad de ese movimiento político sumado al cálculo de intereses que todos los actores involucrados tienen es algo que forma parte de la vida misma de cualquier organización política que busque disputar el poder. Mientras tanto, no nos damos cuenta como opinión pública por fuera del masismo que cuando están hablando de golpe de Estado lo hacen para ellos mismos, porque no buscan convencer a sus opuestos de lo contrario; y esto es muy peligroso porque por ahora el MAS ha decidido poner en riesgo la estabilidad social y política del país a condición de ordenarse por dentro.

Marcelo Arequipa Azurduy
Politólogo y docente universitario