Vivimos un tiempo en que el indignacionismo deviene corriente de opinión publicada digitalmente. Dado que opinar parece haberse vuelto urgente tendemos, al menos más que antes, a simplificar la realidad para entenderla y fragmentarla para comunicarla. Esta forma de entender y comunicar los hechos nos lleva rápidamente a asignar a diestra y siniestra responsabilidades (en clave de culpas) solamente a quienes entendemos como actores protagónicos del hecho. Y, de alguna manera, esto erosiona la complejidad bajo la cual están establecidos nuestros sistemas, modelos y procesos políticos. A manera de balance, acá un punteo de tareas que, luego de la votación, se muestran pendientes para las y los actores/sectores que nos involucramos en estas elecciones:
Órgano Electoral Plurinacional: Encontrar la manera de explicar las excepcionalidades que generan polémica, como la habilitación de alguna candidatura (la publicidad de insumos podría funcionar), exponer razones sobre decisiones que generan susceptibilidad como el Direpre o el doble sorteo de jurados, comunicar oportuna y cualitativamente resultados de la capacitación a jurados/as (al parecer hubo desinformación y un lento conteo en recintos). A título de sobriedad institucional no se puede dejar esta información importante en escuetos anuncios.
Candidatos/as y políticos/as: Postular solo a candidaturas si saben que reúnen todos los requisitos en un inicio. No declarar victoria precoz con resultados no oficiales menos aún si no son contundentes, abandonar la peligrosa facilidad con la que ahora se pronuncia la palabra fraude. Muy importante: no insultar a la ciudadanía por sus decisiones.
Empresas encuestadoras: Abundar en detalles sobre la realización de los estudios con voz propia, sin dependencia mediática. Ser oportunos en el dato, inéditamente esta elección tuvimos bocas de urna el domingo y conteos rápidos el lunes, esto genera confusión.
Medios de difusión: Por difícil que sea, buscar superar la centralidad informativa situada en el eje de ciudades capitales del país, la información que no muestra lo que pasa en el resto del país durante la campaña hace que cueste creer lo que hoy vemos por primera vez. Importante: no adjudicar/titular victorias con base en estudios de opinión sin datos contundentes.
Observación y acompañamiento electoral: Superar informes preliminares, entender la complejidad electoral impone el deber de registrarla adecuadamente. Ir más allá de la foto de apoyo a la institucionalidad profundizando y publicitando problemas varios, no solo los más visibles.
Ciudadanía: Revalorizar el derecho al voto (los adultos mayores exentos de la obligación de votar acuden a hacerlo y jurados menores de 50 no cumplen su obligación). Ser parte activa del proceso pedagógico y comunicacional: informarse. Opinar responsablemente con datos. Importante: no quemar ánforas o actas que contengan votos de conciudadanos/as.
Opinadores/as: Nos toca no claudicar nunca en el intento de ser rigurosos/as y responsables. Enfrentar errores autocríticamente explicándolos y enmendándolos oportunamente. Buscar alimentar la sensatez social y escapar de la polarización simplificadora.
La democracia, se sabe, no ha sido pensada —ni en sus albores ni ahora— como un sistema político que debe recaer solamente sobre instituciones (a pesar de que estas son importantes) sino que se practica, se fortalece y se reinventa cotidianamente a través del desempeño de todo el complejo engranaje entre sectores, actores e instituciones que convergemos en torno a ella, como nuestro norte compartido. Su éxito o fracaso es colectivo y nos debe llamar a la autocrítica y decidida mejora.
Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka
Corresponsabilidades democráticas
❮
❯