A principios de mes, en la frontera con Chile, la localidad boliviana de Pisiga registró un dramático aumento en el paso de migrantes venezolanos que tenían como objetivo llegar a Chile. Ambos países desplegaron a sus Fuerzas Armadas en toda la zona para disminuir el flujo migratorio.
"Estas últimas tres semanas han sido muy fuertes. Han entrado alrededor de 3.000 personas. Se recibieron cerca de 1.600 casi al mismo tiempo. Por eso Chile colapsó en residencia, hospedaje, comida, etcétera", dijo a Página Siete el representante de la comunidad de venezolanos en Iquique, Alfredo Nunes.
Nunes salió de Venezuela hace 11 años en circunstancias distintas a las que ahora lo hacen sus compatriotas. Contó que dejó su país por conocer otros lugares, que quería simplemente "salir".
En cambio, ahora ve que en su país se vive una verdadera desgracia que motiva a la gente a emigrar. "Puedes tener dinero para comprar comida pero no hay para comprar, no hay ni gas. Hay otros que no tienen ni comida ni dinero. Se trabaja un mes completo sólo para comprar un pollo. Es complicado", señaló.
La crisis humanitaria en la frontera entre Bolivia y Chile se visibilizó el 3 de febrero debido a la muerte en Colchane de dos migrantes; un venezolano y una colombiana. Aparentemente, las causas de los decesos fueron las bajas temperaturas en la región.
Ambas personas eran parte de un grupo que pasó de Bolivia a Chile en busca de las condiciones que no tienen en sus países. Viajaban niños, adultos mayores y personas con discapacidad.
Siete días después, el Gobierno chileno expulsó a 138 migrantes de Colombia, Venezuela, Bolivia y Perú por vía aérea y terrestre.
Desde Pisiga, el viceministro de Lucha Contra el Contrabando de Bolivia, Gonzalo Rodríguez, explicó que, de acuerdo con informes de Inteligencia, el punto de ingreso principal de los migrantes a Bolivia es por Desaguadero, en la frontera con Perú. Una vez en el país siguen su camino hasta la frontera con Chile.
"Ahora estamos poniendo énfasis en el control. El ingreso no es de golpe, no vienen directo a Pisiga, tienen escalas. No les conviene mostrarse en el día, llegan a depósitos o a refugios y en las noches se movilizan. Llegan aquí entre la una y cinco de la mañana. Hay varios locales de expendio de bebidas alcohólicas y hasta prostíbulos donde se quedan haciendo hora. Luego, en la oscuridad, se trasladan a unas zanjas para ocultarse y esperar el momento preciso para entrar al otro país", detalló.
En contacto con Unitel, mostró las zanjas que marcan la frontera entre Bolivia y Chile y por las que pasaron miles de migrantes durante las semanas pasadas.
"Es injusto que nos hagan esto… Nosotros no vamos a robar, ni a hacer nada malo. Nosotros vamos a trabajar", afirmó entre sollozos una de las viajeras.
Nunes contó que sus compatriotas trabajan arduamente y mucho más si tienen un dinero que les motive. "En cambio, en Venezuela tienes que trabajar en dos lugares al mismo tiempo y si pagas arriendo ya es bastante complicado. Sabemos de casas de familias que comen una vez al día. La situación de Venezuela es insostenible", sostuvo.
La boliviana Fernanda Cossio trabajó con venezolanos en el Servicio Jesuita a Migrantes. Ella vio de cerca los casos de personas que se fueron al país vecino debido a las condiciones impuestas por la pandemia.
"Personas que se encontraban en Bolivia se fueron porque la cuarentena aquí está muy dura. Piensan que pueden tener más posibilidades en Chile, a pesar de que hay dificultades. Una ventaja de Bolivia para ellos es el sector informal. Puedes no tener papeles pero se las pueden ingeniar para vender cosas y con eso sobrevivir. Pero ahora está muy difícil para ellos", afirmó.
Nunes explicó que la razón por la que sus compatriotas quieren llegar a Chile se debe a la estabilidad económica. Además muchos de ellos tienen personas que los pueden recibir, como amigos o familiares.
Los migrantes que llegan a Pisiga se quedan pocas horas en esa localidad. Por ahí pasaron familias enteras, con bebes, niños, jóvenes y adultos. "Hay personas con discapacidad, con muletas. Se ve de todo acá", recordó el alcalde de Pisiga, Lindo Colque, a medios locales.
Algunos se quedaban en una casa de acogida atendida por religiosas, que tiene una capacidad de hasta 30 personas. El resto armaba carpas en las calles o usaban unas casetas, que están en desuso por la pandemia.
La localidad de Pisiga tiene aproximadamente unas 300 personas. Colque afirmó que no tienen un registro de los migrantes. "No se alcanza a contar porque llegan en cantidades, familias enteras, en buses, en surubís; por abajo, por arriba. No se puede controlar".
Para el viceministro de Régimen Interior de Bolivia, Emilio Rodas, son los carabineros de Chile quienes deben controlar el ingreso de migrantes a su país. "Entendemos nosotros que es un tema que corresponde más a la capacidad de control del Estado chileno para preservar la integridad de su territorio y que no ingresen ilegalmente. Nosotros no podemos impedir el tránsito, si cumplen legalmente con el ingreso al país", añadió.
Durante los días de mayor flujo, en los que diariamente pasaban entre 100 y 200 personas, las autoridades locales de Pisiga no recibieron ayuda o instrucción del Gobierno boliviano.
"Lastimosamente no hemos recibido apoyo. Como comunidad, como autoridad, estamos exigiendo bioseguridad, barbijos, alcohol en gel, fumigación a los buses que están transportando a las personas", manifestó Colque a Biobio Chile.
La menor afluencia de estos días -para el viceministro Rodríguez- se debe al control que ahora realizan los militares en la zona. "Las Fuerzas Armadas se encuentran desplegadas en una cobertura estratégica y eso nos da una fortaleza de control, una certeza de que los militares van a cumplir con la misión asignada", explicó.
Advirtió que los migrantes irán cambiando su estrategia de ingreso al país. "Y si nosotros no tenemos los medios y la capacidad para poder hacer un estudio táctico de esta forma de actuar nos van a superar",
En el lado chileno también se afirma que la intervención de las Fuerzas Armadas de ese país, autorizada por un decreto, ha contribuido a disminuir el flujo migratorio.
Según Carabineros de Chile, la semana anterior ingresaban diariamente de 200 a 300 personas, que se autodenunciaban en la subcomisaría de Colchane para ser trasladados a Iquique. Reportes locales estiman que el lunes pasado hubo 355 ingresos; el martes, 102; el miércoles, 42; y el jueves sólo 20.
En el lado chileno, la localidad de Colchane se vio rebasada
Paso Los migrantes, venezolanos en gran parte, pasan de Pisiga en el lado boliviano hacia Colchane, en Chile.
Capacidad El flujo de personas causó un colapso de los servicios en la localidad fronteriza. Llegó el punto en que recibieron 1.600 migrantes de un solo golpe. La mayoría se quedó en la localidad capital de Colchane, donde habitan 300 lugareños.
Alcalde "Por tanto, se ha producido un colapso sin precedentes en el poblado. Esta ola incluye 235 niños, que están ocupando todos los espacios públicos", explicó el alcalde de Colchane, Javier García.
Salud El pueblo cuenta con un consultorio médico que diariamente atendía a 30 personas. Pero el 5 de febrero atendió a 260 pacientes.
Condiciones La comuna no tiene electrificación las 24 horas del día. No cuenta con supermercados ni con red de alcantarillado.
Piden habilitación de albergues en Pisiga
El representante de la comunidad de venezolanos en Iquique, Alfredo Nunes, pidió mayor comprensión a las autoridades bolivianas y la habilitación de albergues.
"A las autoridades de Bolivia se les pide que nos ayuden con nuestros paisanos. No solamente que nos dejen pasar derecho, sino también que puedan disponer de algunos albergues o refugios para que también ellos puedan pasar unos días ahí porque lógicamente Chile no puede con tanto flujo de personas; entonces, también se les pide un poco de colaboración", afirmó.
Añadió que en el caso del Gobierno de Chile "les pedimos que restauren las VRD para todo el que quiera entrar al país, porque uno de los problemas más grandes fue que nos cancelaron las Visas de Responsabilidad Democrática y eso ha hecho que la gente venga de forma irregular".
El alcalde de Pisiga, Lindo Colque, pidió que las autoridades bolivianas acudan a su población y las capaciten sobre la migración. "Yo quisiera que vengan acá, a dar unas charlas, una conversación sobre los migrantes. Es necesario contar con capacitación para ver cómo podemos frenar esta lamentable situación", señaló autoridad.
Su preocupación sin duda se debe al tema humanitario que implica el gran movimiento de personas.
El fenómeno de la diáspora venezolana es provocado por el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, afirmaron los migrantes entrevistados por Mega Noticias de Chile.
"El sistema pseudosocialista que tiene Maduro no sirve. Lamentablemente ha dejado a muchas empresas en la quiebra, no priorizan a la gente como tal, no priorizan las inversiones, solamente prioriza que la gente tiene que vivir de lo que él dice", afirmó Nunes a Página Siete.
Nunes y otros migrantes, ya establecidos en Chile, acudieron a Colchane para dar ayuda humanitaria a sus compatriotas recién llegados.
En el lugar, la Organización Internacional de Migración (OIM) también entregó alimentos a los desplazados que esperaban subirse a un bus que los llevara a un refugio sanitario en Iquique, para cumplir una cuarentena.
Éxodo venezolano colapsa la frontera de Bolivia con Chile, FFAA controlan la zona
En semanas pasadas, Pisiga registraba el paso diario de 100 a 200 migrantes -en su mayoría venezolanos- que buscaban ingresar a Chile por Colchane. Militares de ambos países fueron desplegados.
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