Asistimos a la clásica imagen deformada que imponen los medios masivos transnacionales de (des)información sobre la deportación de migrantes latinoamericanos a sus países de origen. La idea que fuerzan imponer en el sentido común es que son "ilegales, indocumentados, son causantes de inseguridad social-laboral, dedicadas a actividades ilícita, etc.". Es decir, una serie de clichés que reducen a condición de lumpen social inferior; pero, además, añaden peyorativamente condiciones raciales en la identificación del latino e imponen arbitraria, mediática y comunicacionalmente una lógica de superioridad racial americana.
No es la expulsión de migrantes que se presenta como trágica y necesaria por la promesa de Trump, sino la forma de la deportación es en condición de delincuentes, porque son arrestados, enmanillados y los suben a un avión militar para desecharlos.
Este hecho no es aislado ni tampoco el cumplimiento de una promesa electoral; está inscrito en el ADN religioso, ideológico, político, moral y constitucional de Estados Unidos de América: el Destino Manifiesto. Por ello, es una obligación del stablishment imperial cumplir este designio divino.
Los orígenes del designio divino están en la Reforma Protestante del siglo XVII. Los ingleses migrantes al nuevo continente profesaban el protestantismo opuesto a la religión católica de la Corona. Las colonias que declararon su independencia de la corona británica (1763) y sus líderes fundadores —Thomas Jefferson, Benjamin Franklin— veían que estaban creando el nuevo Reino de Israel, "la tierra escogida por Dios para sus fieles". Proclamar este designio implicó desde el primer momento sentirse superior sobre los católicos que tenían control sobre territorios hispánicos que se consideraban propietarios de los indígenas.
Duplicaron su territorio en 1803, compraron Luisiana al imperio francés. Dos décadas después, el presidente Monroe proclamó que "el continente americano que declaró su independencia (…) no debe ser considerado colonia europea (…) y cualquier intervención extranjera sería tomada como agresión a Estados Unidos (…) como principio, porque están en juego nuestros intereses". Es la proclama del naciente imperialismo "América era para los (norte) americanos".
En 1845 la república de Texas, que fue años antes 'invadida por los americanos' motivado por su gobierno, declaró su anexión a Estados Unidos. A este acto el periodista estadounidense John O'Sullivan describía como "(…) el cumplimiento de nuestro destino manifiesto de extendernos por el continente asignado por la Providencia". En el designio providencial de ampliación de territorio, Estados Unidos, en 1848, declara la guerra e interviene militarmente a México; culminó con la anexión violenta de cerca de la mitad del territorio mexicano; en 1867 compra Alaska a Rusia; en su estrategia expansionista en 1898 intervino militarmente Filipinas, impuso un gobierno y formalizó su posesión pagando 20 millones de dólares; también tomó control militar de Guam, Puerto Rico y Cuba.
La geoestrategia expansionista tiene también en la subjetividad americana su razón; el ejemplo que grafica es Ku Klux Klan; autoidentificados como supremacismo blanco religiosos protestantes hicieron de la violencia racial religiosa, étnica y política su única forma de sentirse útiles e importantes.
Es el recorrido violento y expansionista de la iluminación divina en el siglo XIX, que sigue en el siglo XXI. El presidente 45 es descendiente de migrantes ilegales, es protestante presbiteriano del mismo tronco espiritual de los migrantes ilegales y fundadores de Estados Unidos, es Donald Trump, que en su discurso de juramento presidencial: "EEUU volverá a considerase una nación en crecimiento, que aumenta nuestra riqueza, expande nuestro territorio, construye nuestras ciudades, eleva nuestras expectativas y lleva bandera hacia nuevos y hermosos horizontes (…), perseguimos nuestro destino manifiesto" y él (Trump) se considera a sí mismo el elegido y enviado celestial: "Mi vida fue salvada por una razón, Dios me salvó para hacer a América grande de nuevo".
En su estrategia expansionista bendecida por la divinidad, ha anunciado que quiere comprar la isla de Groenlandia a los daneses, que Canadá sea el estado 51 anexado de la Unión, arrebatar y controlar nuevamente el canal de Panamá, expulsar a los migrantes latinos y musulmanes, quitar la residencia a quienes apoyen a Palestina.
El Destino Manifiesto hace varias décadas ya tiene el tono ideológico de los regímenes que sembraron de millones de cadáveres los campos de concentración europeo.
Ironizando las vivencias: ¿si volviera a migrar ilegalmente Friedrich Trump (abuelo de Donald), el presidente Trump lo expulsaría?
*Es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda
Destino Manifiesta
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