Las puertas de los hospitales del Sur y Santiago Segundo, en El Alto, son copadas a diario por decenas de personas que buscan saber sobre el estado de salud de sus familiares que están internados por COVID-19.
El llanto y el dolor se apoderan de quienes reciben la noticia de que a su familiar le quedan pocas horas de vida, mientras que otros expresan con un suspiro de alivio y una sonrisa la noticia de que su familiar venció al virus.
Los informes médicos se realizan dos veces por día, cuenta Sofía Limachi, quien el domingo recibió la mala noticia de que su mamá se encuentra muy delicada y tendrá que esperar otros cinco días para saber si entrará a terapia intensiva.
"Es una angustia de nunca acabar, mi hermana y yo venimos todos los días desde las 07.00 hasta pasadas las 18.00; tenemos que estar pendientes aquí porque a veces piden medicamentos que ya no hay en el Seguro o para pedir plasma", relata la mujer.
Otras personas llegan hasta el nosocomio en busca de atención de emergencia; sin embargo, no encuentran espacios y les ofrecen atenderlos bajo la firma de un compromiso que deslinda de responsabilidades a los galenos y enfermeras.
"No tenemos espacio, y tampoco hay oxígeno. Las autoridades no han previsto el abastecimiento del producto que llega desde Santa Cruz. Podemos recibir a sus familiares pero tendremos que acomodarlos en el piso o en algún sofá disponible hasta que haya espacio", explicó el domingo un médico del Santiago Segundo.
Otras personas optan por aprovisionarse de oxígeno y llevarse a sus familiares de regreso a casa.
Familiares de pacientes con COVID-19 atraviesan un calvario en las puertas de los hospitales
Llanto, desesperación y desaliento de personas se advierte en las puertas de los hospitales del Sur y Santiago Segundo quienes buscan a diario conocer el estado de salud se sus familiares.
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