LA MAYORÍA DEL PAÍS PUEDE PERDER


A tres semanas del voto no se han disipado las
dos interrogantes principales: Si habrá o no
segunda vuelta y de haberla quiénes serán los
protagonistas de esa definición el 29 de
noviembre.

Pero sí algunas constataciones van clarificando
nuestro complejo escenario electoral. Dos
tercios del país, cerca del 70 % de los
bolivianos son contrarios al retorno
gubernamental del MAS, pero esa inmensa
mayoría carece, en dimensiones parecidas, de
una representación política.

Según las encuestas de "Jubileo", Comunidad
Ciudadana ronda el 20%, Creemos el 10%,
Juntos tenía el 8%, las candidaturas menores
en conjunto el 6 % y no es posible medir
cuántos del 26 % de los indecisos, blancos y
nulos queden finalmente, aunque es previsible
que una buena parte de ellos engrosen el
bloque contrario al MAS.

Cierto, la dispersión del voto en el "bloque
democrático", ausente un liderazgo que
aglutine, impide la construcción de un bloque
electoral mayoritario, difícil además de
construirlo, como reclama mucha gente, por las
distintas concepciones de los candidatos y las
complejidades de nuestra realidad política, que
no se resume ni se refleja en eso de que la
contradicción principal está entre dictadura y
democracia.

No es tanto miopía de los candidatos ni falta de
memoria del electorado. Es la ausencia de una
propuesta estatal alternativa, tanto al
populismo autoritario de ayer como al
neoliberalismo de anteayer; y es que agotados
los ciclos estatales que no resolvieron los
problemas esenciales del país, no surgen de
inmediato los remplazos; lo que se abren son
transiciones, y hoy estamos en plena transición
electoral, previa a la conformación democrática
de un nuevo gobierno que podría sentar las
bases de un nuevo ciclo estatal pero para el
mediano plazo.

Y del otro lado está la minoría cercana al 30 %
que persiste en su adhesión al MAS, que aún
cree en el denominado "proceso de cambio" y
en sus liderazgos pero que, por ello mismo, es
una minoría compacta, organizada y militante.
Paradójicamente, existe hoy la posibilidad de
que esa minoría alcance los votos válidos
suficientes para ganar en primera vuelta y que
la mayoría se reduzca a bancadas
parlamentarias nuevamente opositoras.

Los próximos sondeos de opinión darán cuenta
del efecto electoral de la declinatoria de
Jeanine, no sólo en la cantidad que
representaba el 8 % que se ha podido trasladar
o distribuir, sino cualitativamente, si esa
declinación ha logrado generar una corriente
de atracción del voto disperso sumando en un
polo principal también a los indecisos que no
votarían por el MAS.

Mientras tanto sólo los estrategas de Camacho
han tomado impulso. Con el voto cruceño
mayor al 30 % están intentando o pretextando
la articulación de un polo de atracción distinto
que modifique la preferencia electoral en
occidente, reclamando con el apelativo de "voto
valiente", también el voto útil para,
supuestamente, alcanzar y rebasar a Mesa y de
esta manera disputar la segunda vuelta.

Esta "operación" desde el oriente puede ser
riesgosa, no solo para Camacho sino para la
gran mayoría democrática; para Camacho
porque su liderazgo, en perspectiva y más allá
de su conservadurismo bíblico, depende que
siga hablándole al país desde Santa Cruz pero
sin quedarse allí. Su protagonismo en
noviembre radicó en que desde el oriente
defendió el voto y la democracia del país
entero. Hoy pareciera que le está hablando al
país, pero sólo para quedarse en Santa Cruz
postergando la voz nacional de los cruceños.

Y riesgoso para la mayoría democrática, porque
las cifras de Comunidad Ciudadana hasta ahora
no suben, pero tampoco bajan, y entonces el
"voto valiente" podría salir de los "indecisos"
pero sin la dimensión suficiente para impedir
que los votos válidos del MAS superen el 40 %
y a una distancia que haga innecesaria la
segunda vuelta, porque también el MAS "tiene"
sus propios indecisos que en un escenario de
empates segundones, pueden muy bien volver
a sus antiguas preferencias.

Parece inútil ya, a 3 semanas de las urnas,
pedirle a Camacho que se baje, o esperar que
Mesa cambie de estrategia. Ambos reclamos
han rebotado en la visión corta del voto útil y
ahora en el pretexto del voto valiente. Queda
nomás la decisión de los votantes.

Estamos no muy lejos de que las minorías
militantes repongan con sus votos válidos la
visión gubernamental autoritaria que derrotó
la mayoría en noviembre, y que esa mayoría sin
proyecto estatal alternativo, deambule los
próximos 5 años buscando nuevas utopías que
sin embargo pueden ser ahogadas y bloqueadas
por la restitución impávida del conocido
hegemonismo intolerante.

Por ello la construcción de mayoría, todavía sin
entusiasmo ni militancia, tendrá que ser nomás
una decisión puntual en el momento de las
urnas. Puntual porque detrás no habrán
proyectos integrales pero sí al menos un
camino para nuevas construcciones que
impidan que el país retorne a lo de ayer o a lo
de anteayer que, en retrospectiva, son dos
males que se alimentan mutuamente.


Juan del Granado
28 de septiembre 2020