Jefatura-candidatura


La gran pelea entre evistas y arcistas o la madre de las batallas en el MAS ha comenzado a dilucidarse con el Congreso Nacional evista en Lauca Ñ. Evo Morales está dando pasos significativos para conseguir el doble objetivo interno: retener la sigla de la organización política mediante su reelección como presidente del instrumento partidario y quedar mejor situado de cara a la candidatura presidencial de 2025.

El cuadro se completará con el cabildo del Pacto de Unidad arcista convocado en El Alto, el 17 de octubre, y sobre todo con las acciones que despliegue el poder para inhabilitar a Morales, así haya sido ratificado como Presidente del MAS y mantenga en sus manos la marca partidaria. La guerra será de intensidad variable, de desgaste, en la que habrá de todo.

En la ecuación jefatura-candidatura Morales ha esgrimido la mayor diferencia con relación a Luis Arce o cualquier otro liderazgo interno o externo: ser genuino representante de los indígenas bolivianos, que pueden adquirir rostros de profesionales, intelectuales o empresarios, pero que jamás dejarán de ser aymaras, quechuas o guaraníes, para mencionar a los pueblos indígenas más numerosos del país.

Arce, consciente de ese déficit identitario, anda participando en cuanto evento o reunión de organizaciones sociales aparece en su agenda. Quiere mostrarse como el hombre de clase media entregado en cuerpo y alma a hombres y mujeres de piel morena, que visten ponchos y polleras.

Además, tiene a su disposición algo que Morales extraña con desesperación: el control secante sobre los órganos del Estado, recursos económicos más que suficientes para comprar lealtades y el poder para decidir cuándo soltará la guillotina.

El mandatario y su grupo palaciego están decididos a usar todo para inhabilitar a Morales porque saben que es la única manera de sacarlo del camino, así Arce aparezca luego como un candidato ganable, un tema que consideran deberá tener una resolución posterior, luego de conseguir la conducción del instrumento partidario y la candidatura presidencial por del MAS.

¿Qué supone eso de utilizar todo para aniquilar políticamente a Morales? En el núcleo del poder se han formado grupos con tareas específicas para conseguir el objetivo. El Ministro de Gobierno, convertido ahora en una suerte de superministro, coordina las embestidas con un personaje a quien le fascina la confrontación, sobre todo la callera: el Viceministro de Coordinación Gubernamental o más conocido como el Satuco mayor.

El Ministro de Justicia tiene el encargo de orquestar toda la ofensiva jurídico-legal en coordinación-imposición con los integrantes de los altos tribunales de justicia, sincronizando los tiempos para que cualquier respuesta evista sea extemporánea y, por tanto, estéril.

La Alcaldesa de El Alto también forma parte del esquema atacando discursivamente y preparando un cabildo multitudinario el día en que se recordará 20 años de la huida del poder de Gonzalo Sánchez de Lozada, luego de la masacre de octubre en la urbe alteña y en la ciudad de La Paz, durante la Guerra del gas.

Si en Lauca Ñ se calcula que se dieron cita al menos 10 mil personas, todas llegadas al trópico cochabambino con sus propios medios y la mayoría solo para transmitirle su respaldo incondicional a Morales, en El Alto se quiere repetir la hazaña de 2008, cuando se realizó el cabildo de los dos millones ante la pretensión de la disuelta "media luna" (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) de trasladar la sede de gobierno a la ciudad de Sucre, la capital del Estado.

Apenas hemos visto las primeras acciones de abierta confrontación en la etapa decisiva de la disputa por el poder. Aún queda camino por recorrer hasta la inscripción del binomio masista en el Tribunal Suprema Electoral, en la plaza Abaroa de La Paz.

No hay que perder de vista que, en el marco de la ecuación política jefatura-candidatura, si Evo Morales es inhabilitado como candidato presidencial y, peor, le arrebatan la sigla del MAS, se puede decir con buen margen de seguridad que las crisis política y social volverán a poner al país al borde del precipicio y no habrá elecciones generales en el último trimestre de 2025.

Edwin Cacho Herrera Salinas es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de "La Ventana"