La astucia de la que se ufanaba, aquella que le sirvió para ganarse la confianza de sus jefes y escalar posiciones en casi tres décadas, no había sido ilimitada. Siempre hizo más de lo que le pedían. Así navegó con viento a favor por las aguas de los gobiernos neoliberales, del régimen de Evo Morales y, por supuesto, de la administración de Luis Arce.
La diferencia con las dos primeras etapas de su vida profesional y política es que ahora Iván Lima es ministro de Estado y sus acciones y declaraciones públicas cobran mayor relevancia. Su situación actual no debería ser considerada como una invitación a la impunidad, más aún si es integrante del primer círculo de poder en el país.
Lima, quien se exhibía como un personaje astuto y audaz, cayó redondo ante la provocación de Morales y la acusación mediática de un acto de millonaria corrupción a través del bufete Lima y Asociados y, lo peor, por su reacción visceral de mandar al caudillo a estudiar matemáticas (discriminación, según el evismo) y buscar un buen abogado porque lo demandará penalmente (intención de inhabilitarlo como candidato del MAS, según Morales).
Las cosas sucedieron en un par de horas el domingo 13 de agosto. El jefe del MAS lanzó la denuncia en su programa de Radio Kawsachun Coca que empieza a las 07:00. A media mañana, en una entrevista en el programa Hagamos Democracia de la red Erbol, lo primero que hizo Lima fue enfrentar a Morales y anunciar su enjuiciamiento, sabiendo que disfruta de los ataques políticos porque eso lo mantiene vigente.
Seguramente Lima ya debió haber tomado consciencia del grueso error político que cometió al entregar gratuitamente a Morales y al evismo la oportunidad que estaban esperando para hacer lo que mejor saben: victimizarse y, a partir de ello, pasar a la ofensiva, esta vez en la guerra interna. De hecho, legisladores y dirigentes evistas pulverizaron al ministro en conferencias de prensa y lo con un diminuto perro de raza chihuahua con ladrido estridente, pero inofensivo.
El error también fue aprovechado para envalentonar a los sectores evistas de cara al congreso campesino que se desarrolló en la ciudad de El Alto una semana después. Se bajó la línea, dijeron los allegados a Morales, de usar las bravuconadas de Lima para alertar al campesinado boliviano y al conjunto de las organizaciones sociales que la estrategia de Arce y sus partidarios es eliminar al jefe del instrumento político, claro en términos electorales.
De ahí el abucheo a los mandatarios en la inauguración del encuentro campesino, las batallas campales entre congresistas, la conducción bicéfala que ahora tiene la CSUTCB y la amenaza del evismo de paralizar el país si continúan los intentos de "descuartizamiento" político de Morales, paradójicamente desde el gobierno que él vislumbró en 2020.
Lima, el ex astuto, se dio cuenta de su exceso verbal y declaró a los medios que ya no referirá más al tema que reposicionó al evismo en el escenario de la disputa interna y luego mencionó a los incómodos periodistas que en caso de presentar la anunciada demanda penal contra Morales, lo hará de manera personal, no como dignatario de Estado.
Para salvar su pellejo, bien podría argumentar que su anuncio y las duras reacciones que provocó pusieron en segundo plano la crítica situación económica que enfrentan los bolivianos día a día y la búsqueda infructuosa del narcofugitivo Sebastián Marset, quien tiene la opción de grabar videos para poner en ridículo al Ministro de Gobierno y la Policía Boliviana. No habría que descartarlo porque en política todo vale para mantenerse en el núcleo del poder.
Quien sí ha pasado a segundo plano, al menos estos días, es el propio Lima, aunque te adelanto que pronto reaparecerá para ensayar algún justificativo relacionado con la "imposibilidad" de realizar las elecciones judiciales o hacer de vocero de alguna instancia judicial en un caso de impacto mediático o de alguno de sus colegas de gabinete ministerial.
No se da cuenta que mientras permanezca en su alto cargo, será blanco de los ataques del evismo, en la estrategia de desgastar al máximo la administración de Arce y profundizar la división en las organizaciones sociales asimiladas por los gobiernos del MAS.
La astucia que distinguió a Lima en cerca de tres décadas parece haberse agotado y va camino a convertirse en el talón de Alquiles de la administración gubernamental de Luis Arce, salvo que la recupere y realmente inicie un proceso penal a Morales para mostrar que es el único que se animó a sentarle la mano ante la conspiración interna. Yo me quedo con la idea de que Lima tiene la astucia en decadencia.
Edwin Cacho Herrera es periodista.
¡Qué hiciste Lima!
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