El renminbi (RMB) o más conocido como yuan va camino a convertirse en una divisa cada vez más internacional. Si bien representa sólo el 2,5% de los pagos globales, son cada vez más los países, mercados financieros, inversionistas e instrumentos que utilizan la moneda oriental. Su incursión está sustituyendo a las tradicionales divisas de los países avanzados en las tradicionales funciones del dinero como medio de pago, unidad de cuenta, reserva de valor y medio de pagos diferido a escala mundial.
La aspiración del Partido Comunista Chino está en convertir al RMB en la primera divisa de uso internacional -emitida por un país emergente- y ya tiene más de una década de ventaja. Todo comenzó cuando China buscó la manera de reducir su dependencia al dólar estadounidense en las transacciones que tenía con sus socios comerciales, para lo cual promovió un comercio bilateral en monedas locales utilizando operaciones swaps.
Un swap de divisas consiste en un intercambio temporal de monedas. China ofreció yuanes a cambio de las divisas de aliados geopolíticos. Los bancos centrales de ambos países podrían disponer de las monedas del otro para financiar sus transacciones comerciales y financieras. Esta operación permite -al socio comercial chino- liquidar el comercio regional entre monedas sin la necesidad de utilizar dólares. Si un país tuviera un saldo comercial deficitario, tendría menos yuanes provenientes de sus exportaciones para financiar sus importaciones. La diferencia se convierte en un crédito comercial que redime una tasa de interés a los chinos.
China decidió inicialmente firmar acuerdos selectivos escogiendo países fronterizos y grandes economías emergentes como Rusia, India, Pakistán, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, pero con el tiempo se abrió a más países. Resultado de esta política, desde marzo de 2023 el país asiático ha logrado sustituir el yuan por el dólar en las transacciones transfronterizas que realizan sus habitantes.
La internalización del yuan buscó además ser una referencia para la valoración del precio de las materias primas. China rompió la hegemonía del dólar en las transacciones con el petróleo. En 2018 ofertó -en la bolsa de valores de Shanghái- un contrato de derivados de petróleo respaldado en oro y nominando en yuanes. Este evento desmonopolizó al dólar como unidad de cuenta exclusiva en las transacciones de mercados futuros.
La visita de finales de 2022 del presidente Xi Jinping a Arabia Saudita busca repetir la misma hazaña de su homólogo norteamericano Richard Nixon -hace medio siglo atrás- para convencer al país árabe de transar su petróleo en moneda china, lo que dio origen en su momento a los petrodólares y ahora daría paso a los petroyuanes. El mundo occidental comienza a demandar yuanes para realizar transacciones con la energía. El pasado mes de marzo, Francia acordó la compra de GNL en yuanes provistos desde los Emiratos Árabes Unidos, bajo la negociación china.
China se convirtió en la primera gran economía en adoptar una moneda digital emitida por su Banco Central. La moneda china e-CNY, aspira a competir con las otras monedas fiat (papel moneda) otorgando menores costos de transacción, menor riesgo y pagos simplificados que mejore la eficiencia. El sistema internacional de pagos de China (CIPS) -medio por el cual operan estas transacciones- se convirtió en una amenaza al sistema de pagos occidental llamado Swift.
Pero el expansionismo financiero chino por ahora no tiene límites y aspira a más. Quiere posicionarse como una moneda de reserva de valor mundial. El 2015, el yuan fue incluido en la canasta de divisas del FMI que definen el precio de los Derechos Especiales de Giro. A pocos años de su ingreso, en 2022 la ponderación del yuan ya representaba 12,28%, sólo por debajo del euro (29,3%) y el dólar (43,3%).
Empero, a pesar que el yuan ha ganado valor frente al dólar en los últimos 30 años no es una razón suficiente para mantener grandes sumas de dinero en yuanes. En 1994 el yuan tuvo una devaluación del 50%. Si bien una depreciación del RMB estimula el comercio de productos chinos, al régimen comunista ya no le interesa solamente vender más al resto del mundo, sino que busca darle estabilidad cambiaria al yuan para evitar movimientos abruptos de capitales que haga perder la confianza a los inversores. Por eso el Banco Popular ha fijado una meta de fluctuar su moneda en un rango de 2%. La subida de tasas de interés de los últimos dos años en los EE.UU., es una amenaza para las pretensiones chinas porque desvían el interés de los inversores globales hacia activos más rentables y seguros en otras monedas.
El RMB ganó influencia no sólo en parte del Asia y Medio Oriente sino en América Latina. Con la internacionalización del yuan, China busca adquirir mayor influencia geopolítica transpacífica. Argentina fue el primer país de la región en firmar un acuerdo de intercambio de divisas en 2008 que lo fue renovando en función a sus necesidades de divisas. Brasil firmó este año un acuerdo para el intercambio comercial en yuanes y reales.
La tenencia de yuanes en los bancos centrales de la región comienza hacerse visible. En Argentina las reservas internacionales son cerca del 50% en yuanes. En Brasil, el yuan desplazó recientemente al euro como el segundo activo de reserva al mantener 5% de sus reservas internacionales. Otros países como Venezuela y Ecuador han contratado grandes montos de deuda con China.
La desdolarización de las economías en desarrollo y emergentes surge como respuesta a la necesidad de liquidez externa, la transición a un sistema monetario multipolar y como estrategia defensiva frente a las sanciones económicas unilaterales interpuestas desde los países desarrollados.
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En Bolivia, la influencia comercial y financiera de China no es menos importante. China es el principal país de origen de nuestras importaciones (19,4%) que ascienden a USD2.532 millones en 2022. En cambio, del país oriental sólo exportamos USD782 millones (5,7% del total). Como resultado, el saldo comercial chino es deficitario y se ha incrementado en la última década. En 2022, fue USD1.747 millones. China también es el principal acreedor bilateral. A junio de 2023, representa USD1.085 millones, es decir, 66% de la deuda bilateral y 9% del total de deuda externa.
Más allá de la coyuntura cortoplacista de baja liquidez externa, la necesidad de diversificar nuestros activos internacionales debe ser entendida como una política de Estado. En el contexto de incertidumbre sobre el futuro del sistema monetario y financiero internacional apostar por una menor dependencia al dólar ya sea realizando pagos en otras monedas como el yuan o acumulando oro es necesario con independencia de las afinidades ideológicas o políticas que puedan o no haber con el gigante asiático. La incursión del Banco Unión para realizar operaciones con yuanes es solo el inicio y doy por descontado que más bancos del sistema se sumarán a esta iniciativa en los próximos meses.
La yuanización de la economía mundial
Un mundo multipolar es uno en el cual las referencias ya no son unívocas, ni siquiera en lo que hace a la moneda.
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