Exjesuita Lima: 'Hay delitos aún más aberrantes (en la Iglesia) que saldrán a la luz'

El exjesuita Pedro Lima, testigo de varios hechos de pederastia, dijo que hay delitos aún más aberrantes que recién saldrán a la luz.

Dejó de momento su residencia en Paraguay para aportar con información en las investigaciones que realiza el Ministerio Público. Por los abusos sexuales cometidos por los jesuitas contra menores de edad. Oriundo de Oruro, Lima relató en el programa Piedra, Papel y Tinta de La Razón que fue expulsado de la Compañía de Jesús por denunciar a sus superiores sobre estos delitos. Anunció que aún hay mucho por develar en este tema.
Delitos
—¿Qué le movía a Pedro para ingresar a formar parte de la Compañía de Jesús?
—Luis Espinal fue la puerta para llegar a los jesuitas. Recuerdo a una de mis profesoras llorando porque se había enterado que Luis Espinal murió. Cuando entré a estudiar Derecho investigo más y me pareció interesante, una vida apasionante con un criterio claro y una línea ideológica también y me gustaba su entrega. Me llamó la atención eso, por eso quería pertenecer a los jesuitas.
Yo los admiraba mucho, por eso busqué el noviciado en Oruro, en la calle Tomás Frías, en la parroquia del Rosario. Toqué la puerta y me abrió Pica (Alfonso Pedrajas).
—¿Fue su primer contacto con los jesuitas el padre Pica?
—Al padre Pica, la primera vez que lo vi en Oruro me abre la puerta del noviciado y me hace pasar, ingresamos con un compañero, expresamos nuestro deseo de ser jesuitas y me da un abrazo efusivo y nos invita a un encuentro vocacional en Cochabamba, en la casa Taquiña.
Nos dice, por qué no se van desde Oruro hasta Cochabamba a pie. Unos cinco, seis días les va a tomar para que vayan viendo y confiando su vida en Dios, ya se van a dar cuenta que Dios provee y cuando no tengan donde dormir o no tengan alimento alguien va a aparecer ofreciéndoles cama y sustento, pero no lleven nada, vayan así, a lo de Dios. Y nos fuimos.
Después de algunos días llegamos a Cochabamba. Luego convocaron a un encuentro en la casa Taquiña, una casa cerca de la cervecería en Cochabamba, una casa de tipo retiro, de dos pisos, una piscina, una estructura desvencijada, maderas crujientes y ahí nos encontramos casi 50 jóvenes, todos con el ímpetu de ser jesuitas.
—¿Cómo era Pica?
—Era con barba, como ahora se lo ve en las fotos. Cuando hice mis votos religiosos él me estaba entregando la cruz de votos, para consagrarme al Señor. Hice tres votos: de pobreza, obediencia y castidad.
Entonces en esa casa de la Taquiña, no había sillas y le dije al padre Pica por qué no hay sillas y dijo que la vida religiosa es sacrificada, tienen que saber comer donde hay que comer, dormir donde hay que dormir, bueno, entonces nos dormimos en el suelo, en el piso de madera y todo el día estábamos ahí sentados, todo el día.
Ya tarde, en la noche, contaban cuentos de terror, estimulados por Pica, de que había muerto alguien en la piscina y que en las noches se aparecía su espíritu. Algunos jóvenes incrédulos y otros sí creían y así había unas historias dándole cierto carácter de misterio a la casa, yo no le di mayor importancia a ese detalle hasta que años después empecé a conocer otros temas. Tal vez volvamos a ese punto del terror en los campamentos, en los lugares de encuentro.
Aberrantes
—¿O sea era habitual contar historias de terror?
—Sí, sin embargo él usaba para otro tema que después explicaré. Pica me llama y me dice, son muchos Pedro, pero vas a entrar a la Compañía porque veo que tienes vocación, y dije qué bueno. Cuando estábamos reunidos los jóvenes para descansar, uno de ellos, creo que era del Beni o de esa zona de Moxos, dice, yo quiero ser jesuita, pero este Pica es un abusador, hay que cuidarse de él.
La primera vez que escucho que Pica tenía una parte negativa, como lo veía tan entregado y entusiasta, con su guitarra cantando con nosotros, me costaba creer pero tomé nota de la información, quería ser jesuita, pero él —se refería al compañero de Beni— decía es como una piedra en el camino.
El año 91 a 92 Pica me dice te aceptaron para el prenoviciado, tienes que ir hasta la región de Santa Cruz, San Julián, una región donde entonces se llamaban colonizadores ahora se llaman interculturales. Ahí te espera la hermana custodia para que tú seas prenovicio, ella te va a poner varias pruebas para ver si sirves para la comunidad, si puedes tú acostumbrarte a un trabajo duro y también vas a estar como profesor voluntario, sin sueldo.
Al año siguiente el 93 a 94, Pica fue mi maestro de novicios. Estuvimos dos años bajo régimen de internados bajo su responsabilidad. Éramos siete de mi curso y otros de dos cursos diferentes.
En ese tiempo estábamos encerrados en Machacamarca, un mes entero sin salir, sin conversar entre nosotros, solo con Pica, una vez al día. Nos daban puntos de meditación y es en esa etapa, en la más linda de la formación, la más hermosa de la formación que es el ejercicio espiritual ocurre ya un incidente que yo expresé en la Fiscalía los pormenores.
—¿Un incidente con Pica?
—Claro, un incidente casi de carácter penal, tal fue el shock que no pude procesar, estaba como bloqueado, era un accidente, me dicen, no pasa nada, no pienses mal. Era la primera experiencia negativa en todo el proceso de formación.
En ese mismo noviciado, en Oruro, un día viene un sacerdote, nuestro provincial, el responsable máximo de Bolivia, de nombre Marco Recolons y nos presenta a un profesor nuevo, un jesuita ejemplar que estaba haciendo mucho bien en El Alto. Este sacerdote catalán era Luis Tó, y nos dice él el Luis Tó, es un padre que vive en una comunidad jesuita Pedro Domingo Murillo de El Alto, pero ahora va a ser como su profesor, les va a dar una charla.
Y otra información adicional nos llega ese momento que decía que él estaba huyendo de la justicia española, pues había abusado a una niña y estaba sentenciado. Marco Recolons, el superior provincial, había permitido su ingreso a Bolivia, que se establezca pri de los novicios en la formación de jesuitas y que entre al sistema de Fe y Alegría como parte administrativa.
Él murió como un gran sacerdote en Bolivia, homenajeado por los jesuitas y entonces el primer cuestionamiento fue hacia Pica. Le dije Pica, pero él está con problemas jurídicos, nos hemos enterado, le confronté a él en clases.
—Según publicaciones, Luis Tó tenía sentencia de dos años de cárcel por haber violado a una niña y en lugar de conocer la cárcel él fue trasladado a Bolivia.
—Estaba como profesor en el noviciado y lo más curioso todavía, Luis Tó era profesor de moral y ética sexual y él preguntaba por ejemplo: 'si un sacerdote viola a un niño tiene que denunciarse ante la justicia sí o no' y los novicios respondían, sí. 'Tiene que tener sanción penal', sí, respondíamos. Y nos decía si alguien comete ese error, no decía delito, decía error, tiene que confesarse de todo corazón y una vez que le ha dado la absolución el sacerdote, el pecado (decían al delito) ya no existe. Por eso yo soy cristiano, porque cuando el Señor perdona, perdona para siempre.
Eso nos pareció un poco chocante y comentamos en el receso. Un compañero jesuita novicio también cuestionaba, decía 'yo no estoy de acuerdo con esta enseñanza'. Tampoco estaban de acuerdo otros novicios, porque ya de entrada Tó tenía un carácter muy fuerte, delictivo, justificado por una buena confesión y un giro sacramental de guardar silencio.
Por eso afirmo que mi etapa de noviciado se arruinó, no fue como yo esperaba con profesores de esta clase, por eso también cuestioné a la Compañía, ¿por qué a los estudiantes en formación nos dieron esta clase de docentes? Pica ya estaba en el noviciado después de haber cometido todas sus fechorías en el Juan XXIII. Nosotros aún no teníamos un conocimiento pleno, sabíamos que era un abusador.
—¿Dónde circulaban estas informaciones de abuso?, porque no salían en los medios
—Entre ellos había como expresiones de cuidados, otros se sonreían, otro estaba triste, no tenía la información enorme grande como la tenemos ahora, como un panorama más completo. Esa etapa pasó. Yo le confronté una vez y le dije qué opinas del tema de abuso sexual y escuché decir que tal vez eres un abusador.
—¿Al propio Pica?
—Al propio Pica, en el mismo noviciado. Me sonrió y me dijo uno que sigue al Señor siempre va a tener difamaciones. Me dice cuando uno sigue al Señor siempre va a tener una cruz, hay difamaciones, calumnias, es lo más normal. Dijo que los jesuitas están acostumbrados a enfrentar siglos de embates y si alguien te dijo así, tienes que escucharme a mí cuando has visto inconducta. Y ahí me dijo la frase que me resonó en mi interior por mucho tiempo: 'te voy a decir algo Pedro, a los pobres, mientras les des techo y comida, el tema sexual no les interesa'. Entonces esa relativización me pareció sorprendente a mí, me shockeó.
En Cochabamba yo daba charlas y conocimos también a varios alumnos y les digo a los chicos yo tengo un superior muy bueno, se llama Antonio Carlos Villamil, más conocido como Vicu. Yo hablaba de él como un ejemplo de servicio, como un sacerdote y una nena se pone a llorar. Pensé que le dolía su estómago o recordó una escena triste de su vida, pero sale en el receso y le pregunté qué pasa y me dice tú hablas bien del padre Vicu, pero me dijo que abusó de una pariente, y me quedé en shock.
Le confronté a Vicu, le dije que en el retiro me han dicho esto de ti y nunca más respondió a mi pregunta, me cambió de tema y nunca más hubo un trato cercano, solo de saludo, me cortó la palabra, ley del hielo total. Ni siquiera supe si la información era cierta o no.
Yo sentía que algo no estaba bien y he pedido mi cambio. Fui a otra comunidad en Cochabamba, salí de Pío X, donde estaba de superior Vicu, y me fui a Santa Vera Cruz.
—¿Volvió a tocar el tema de la denuncia?
—No era denuncia, era información suelta que la confronté. No volví a tocar con ellos ese tema porque no tenía certeza, ni siquiera sabía que había pasado. Años después el panorama se va armando como rompecabezas.
En Sucre sucedió otro acontecimiento que marcó mi vida, pues es un tema que voy a dejar en la Fiscalía. El padre Antonio Gausset Capdevila era una persona ejemplar hacia afuera, un trato amable, cariñoso, respetuoso pero otra persona hacia adentro.
Él tenía problemas para trasladarse de un lugar a otro, tenía una enfermedad degenerativa que le impedía movilizarse y tenía que usar silla de ruedas y otro padre jesuita le conseguía niños para que le carguen en andas.
Los niños ya estaban cansados porque Gausset empezaba su intensa vida social en la noche hasta las dos, tres de la mañana. Él tenía whisky y píldoras para dormir. A mí me llamaba la atención esas dos cosas. Yo fui testigo y me duele recordar y por eso yo avisé al padre Alais, le dije que en esta comunidad hay abusos, me dijo vamos a hablar después.
Sucedió un tema fuerte, pero no era en un contexto de sobriedad, no creo que esté tampoco al margen el tema del somnífero, no fue nada agradable, esto fue una ruptura total en mi proceso de formación. En Oruro sostuve conversación con el padre Alaisa y allá le manifesté todo lo que había logrado saber hasta ese momento.
Yo estaba esperando que me diga vamos a sancionar a esas personas, pero no fue así.
Esto es escandaloso, le dije, que si la opinión pública supiera es terrible. El padre Alaisa me dijo: 'los trapitos sucios se lavan en casa, no haces bien en ventilar estos temas'. Me dio una pausa y después me dio una carta de expulsión.
—¿Cuál fue el motivo por el que le echaron, Pedro?
—Porque denuncié estos temas. Me dijeron eres muy buen líder, pero no tienes vida comunitaria. Qué vida comunitaria voy a tener con mi agresor. Me dijeron quieres permanecer en la Compañía, pero hemos visto mejor que nos dejes.
Cuando me entregan mi carta de expulsión ponen una cláusula que dice que la Compañía de Jesús se compromete a financiar estudios de teología hasta el cuarto año, pero yo seguía investigando y ellos se enteraron y me llama el padre Recolons y me dice: 'sigues tocando el tema de la pedofilia, no voy a permitir que hables mal de mis hermanos jesuitas', me dice por teléfono, y me anuncia que iban a cortar el financiamiento, que estaba castigado.
Los jesuitas de Chile me dicen que se institucionalizó la práctica del silencio en la región, no solamente en Bolivia y por eso es que cuando me cuentan su experiencia veo algo común, quienes denuncian son sancionados y eso sucedió en mi caso, por eso se truncó mi formación.
—¿Sigue creyendo en Dios?
Para mí, el ejemplo es Jesús. En Él no dejé de creer. Cuando estoy triste y me siento sin fuerza, digo Señor ayúdame. Hubiera sido sencillo dejar de creer, pero no fue así. Ahora hay una estructura de encubrimiento y no debe repetirse. Hay delitos aún más aberrantes que saldrán a la luz, me duelen mucho estos hechos, pero mi fe está intacta.