A la manera de los partidos políticos conservadores y neoliberales los obispos de Bolivia, a través de su vocero, Jesús Juárez, se han pronunciado en contra de la decisión de la Justicia de convocar a los obispos responsables de haber urdido, junto a otros jefes políticos de oposición, el golpe de Estado de octubre-noviembre de 2019, y de haber apoyado al gobierno de facto de Jeanine Áñez, inclusive echando agua bendita desde un helicóptero en las ciudades.
Juárez, de conocidos antecedentes antipopulares y defensor acérrimo de las reformas neoliberales e intermediario de Gonzalo Sánchez de Lozada con políticos y dirigentes sociales, el jefe de la partidocracia neoliberal que hundió al país en la mayor crisis de su historia, declaró que el tema del golpe es una "cantaleta" y que "todo el mundo" sabe que hubo fraude electoral, con un tono que tiene más de arenga política que de sermón religioso.
Lo notable del caso es que habla a nombre de un grupo de jerarcas de la Iglesia católica con los cuales comparte la dirección política conservadora, sin tener la mínima idea de cómo piensan los católicos bolivianos, los sacerdotes de base y las religiosas que están en contacto diario y directo con el pueblo. Más aún, lo hace a espaldas del cardenal Toribio Porco Ticona, quien ha sufrido la discriminación de los obispos europeos que fungen de autoridades religiosas en el país, y de la propia figura del Papa Francisco, quien ha asumido una clara posición a favor de los pobres, los marginados y los discriminados y enfrenta en la actualidad la conspiración de los intereses económicos más poderosos de la Iglesia católica europea y norteamericana.
Se olvida que para consolidar el golpe de Estado el gobierno de facto llevó adelante sendas masacres en Sacaba y Senkata, persecuciones y detenciones en las que fueron asesinadas más 30 personas y otras 100 resultaron heridas, muchas de ellas atendidas y veladas en la parroquia popular franciscana de El Alto. Se olvida de las amenas reuniones de los obispos con Áñez en las oficinas del Palacio de Gobierno, mientras el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, amenazaba, perseguía y apresaba a todos quienes consideraba que eran un peligro para su Gobierno, y mientras el partido de los medios de comunicación privados se convertía en propagandista de las acciones del ministro ahora preso en los Estados Unidos por corrupción.
Juárez se olvida mencionar que las reuniones que decidieron la ejecución de la ruptura institucional se realizaron en oficinas de la Universidad Católica, en las que participaron además de los delegados de los obispos los de los partidos neoliberales, los embajadores de Brasil y la Unión Europea (UE), bajo la atenta mirada de un funcionario de la Embajada de los Estados Unidos. Más aún, los primeros gobiernos en reconocer al gobierno de facto fueron los de Donald Trump y de Jair Mesías Bolsonaro.
La lucha de resistencia del pueblo durante el año 2020 logró rescatar la democracia y el gobierno de manos de las oligarquías, sus partidos, sus medios de comunicación y sus obispos, con un triunfo rotundo con el 55% de votos de los candidatos del Movimiento Al Socialismo (MAS), Luis Arce y David Choquehuanca.
* Sociólogo y docente de la UMSA.
El vocero golpista de los obispos
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